A raíz del post anterior me ha llegado este comentario, que amplia de manera contundente lo allí consignado.

El caso del "mejor alcalde de Colombia"- en hacer obras donde su familia es contratista- gracias a un trabajo de imagen de Mauricio Vargas, es uno de los tantos focos de podredumbre que se añejaron en los 8 años de gobierno, del también "mejor presidente de la historia de Colombia"- según el Canal RCN su beneficiario directo- ambos no por pura casualidad, amparados por un entramado mediático de encuestas mandadas a hacer y una red de emisoras, medios impresos y televisoras, bastante amigas en los casos Char y Uribe, que se encargaron de trovar como virtudes, los desaguisados administrativos que en otra época o en un país decente, llevarían a renuncia pública y juicio de responsabilidad penal.

Armando Torres, pensionado de la Policía Nacional, abogado y columnista de vocación, en varios artículos que ha vertido por la Red Independentista  se ha referido al entorno de abuso de poder y cultura de la viveza de la familia Char como “Bacharquilla”, que es un caso entre miles en un país, donde todavía los regionalismos periodísticos se enfocan en casos como el de los Nule- otro de esos asaltos familiares al patrimonio público- calificándolos como el escándalo de corrupción más grande del país- así lo diría María Elvira Samper en una nota- ignorando que existen otros casos emblemáticos en donde pagan los de ruana como siempre y los autores intelectuales siguen campantes, unos con bendición impune de entidades como Supersalud, otros con la complicidad mediática y la mala memoria del pueblo Colombiano.

Me refiero al caso de Saludcoop, denunciado por los pocos que se atreven en este país, donde la corrupción y el descaro en 8 años de desgobierno paramilitar alcanzaron ribetes insólitos jamás imaginados: Jorge Robledo y Daniel Coronell de Noticias Uno. Este par de paladines de la política y el periodismo han desenterrado casos igual o peores que yacen en la impunidad de los términos legales vencidos o se acercan a ello: agrochanchullo seguro, Carimagua, zonas francas de Tom y Jerry - y otros más del dúo dinámico de "emprendedores" con ventajas gracias a papi- el insólito caso de las doble calzadas como la de la Miel, los sistemas de transporte masivo como el Transchar - los cuales desde Cartagena hasta Cali- demuestran el descaro de una cultura de la viveza y de la impunidad revestida de descaro.

Una cultura de lo público, especialista en ineficiencia y en tumbarse los recursos del estado, en todos los casos surgidos de este tipo de proyectos con sus "Peña- Lozas" de escasa calidad, bendecidas por la complicidad de los grandes medios, convertidos en partidos políticos, con mucha experiencia acumulada en el tape tape, como sucede con el gobierno de Santos y los golazos simiescos que intenta contra la naturaleza y el interés nacional, a través del supuesto Plan Nacional para la Prosperidad, traducidos en intentos de mamola a las siguientes normas legales: la consulta previa a comunidades afrocolombianas e indígenas para favorecer proyectos de concesión minera como el de San Turban; o el que se pretende hacer contra los intereses nacionales y ambientales en el arrecife de Providencia, para favorecer a una petrolera.

Todos estos desastres tienen un aliado común: los medios de información, que se hacen llamar de "comunicación", pero son en realidad medios de propaganda mondos y lirondos, de los intereses empresariales de unos pocos. Son estos los medios que arremeten a través de CNN y Vargas llosa, contra todo tipo de gobiernos que intentan medidas reivindicatorias o alternativas al modelo de democracia con privilegios para multimillonarios, cómplice de Apartheids o genocidios "en pleno desarrollo"- como diría Walter Martínez- como el de los Mapuches a manos del "santo demócrata Sebastián Piñera"- también magnate de medios y supertiendas como los Char- o el martirio Palestino, a nombre del supuesto "pueblo de Dios", que de eso tiene muy poco. Nicolás Contreras

1 Comentarios:

Mr_Brownie dijo...

¿Y ahora uno que puede añadir a esto? Muy poco, en realidad. Tal vez, lo único que resta a tan certero análisis sea añadir que los colombianos, y en particular los costeños, adoramos a nuestros reyes criollos con toda el alma y les perdonamos sus "pequeñas excentricidades", con tal de conservar cerca nuestro su elegante y distinguida presencia.