
Alguna vez me quejaba por guayabos descomunales, otra vez por lo del túnel carpiano o una espinilla que no quería sanar; a veces por golpes en el alma o metas no cumplidas. Creo que por uno u otro sueño que colgué en el ayer, pero desde que vi correr al surafricano Oscar Pistorius ayudado con sus prótesis de carbono prometí no volver a hacerlo.
Corrió contra atletas sin discapacidad y a pesar de la suyas la IAAF grabó la carrera para ver si sus prótesis le daban impulso ilegal. Mandan huevo!
LEER MAS: Pistorius, un gran acto de fe