Por considerarlo de interés publicamos este escrito, Nicolás Ramón Contreras Hernández acerca de lo que se vive en uno de los realities de nuestra televisión nacional.
EL DESAFÍO DE LAS REGIONES O EL DE LAS DISCRIMINACIONES
Por: Nicolás Ramón Contreras Hernández
Luego de vivir como televidente varios Desafíos - idea mediática importada de USA y Australia- en el país, no deja de llamarme la atención, la tendencia de la mayoría de las personas de las regiones interioranas a hacer alianzas en contra de los participantes de la región Caribe. El hecho también trae a mi memoria la lectura de un libro del historiador norteamericano David Bushnell titulado, Colombia una Nación a Pesar de Sí Misma. Desde los Tiempos Precolombinos Hasta Nuestros Días.
En un comentario colgado en la ciberpágina de la Biblioteca Luís Ángel Arango, acerca de este libro, Helmut Spreitzer anota que el nuestro es, […] un país donde cada región ostenta su propio orgullo —es decir, donde el orgullo regional importa más que el orgullo nacional […] Colombia más parece un estado nacional que una nación unida. Aunque no ha de negarse el patriotismo que surge, por ejemplo, en los partidos internacionales de fútbol. […]
A pesar de las explicaciones de la obra y del comentarista, inscritas en los determinismos geográficos e históricos, no deja uno de preguntarse: ¿Entonces por qué esa tendencia de las regiones interioranas a hacer alianzas contra los jugadores de la región Caribe? ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de nación, que por ejemplo, han promocionado hasta el día de hoy las escuelas, institución tradicional e institución mediática?
Pienso que lo central en este nudo de contradicciones, es que la historia de Colombia y de este hemisferio en particular, es una historia de sucesivas fobias y discriminaciones fuertemente ligadas al biotipo, el habla, el ritmo y el pigmento. A principios del siglo pasado la música nacional era la música interiorana, la música de los litorales era costeña o del Pacífico.
Recientemente desde el centralismo mediático, la llamada música Guasca o de Carrilera, versión local de rancheras y corridos mejicanos, comenzó a ser llamada olímpicamente “Música Popular”, como si el Rap y la Champeta por ejemplo, no lo fueran.
Podríamos creer que la fobia nació con España, pero que va, antes de la llegada de Colón, como en otros lares del mundo, los habitantes originarios se hacían la guerra con gusto; así como por ejemplo, los griegos y los eslavos se masacraban entre sí en la Europa Balcánica y Mediterránea; o en África los Ashantis con los Achimis, en la parte norte de Suramérica, los caribes se la montaban a Muiscas y Arawac; y las federaciones zenúes de cultura muisca, se masacraban entre sí, como testimonia el mito de Onomais, develado por Benjamín Puche Villadiego. A estas alturas del partido, la pregunta sigue siendo: ¿Y el caso todos contra los caribeños cómo se explica?
Es que el problema empieza por casa: en la selección del mismo personal que va por la región Caribe al desafío comienza la discriminación. Es por demás exótico que en una población tan afrodescendiente como la caribeña, personas negras no clasifiquen en forma representativa al desafío, como si puede observarse entre los grupos de Valle del Cauca e incluso Antioquia, que a pesar de todo, parecen haber superado el síndrome de “la buena presencia”, pretexto discriminador a la entrada de discotecas o puestos de trabajo de importancia en ciudades como Cartagena.
Hay que anotar, que así los rasgos por ejemplo de un Larios o de un Jonathan Mulford – descendientes de los marinos sajones y francos que preñaron mujeres zambas por la rivera del magdalena en Ciénaga, Soledad o Barranquilla- los muestren con “el mestizaje ideal hispano”, no dejan de ser simples negros para los interioranos, contra los cuales es válido lo que sea, como lo dejan brotar con una frescura los comentarios del sobreviviente de Bogotá, el Valle, el Llano y la amerindia santandereana, que le hundió el puñal paramuno sin compasión, al grupo que la acogió con un cariño ingenuo sin par, típico de nosotros los caribeños.
Colombia sigue siendo una nación más unida por símbolos emergentes y coyunturales como Pambelé, Lucho Herrera o la triunfante selección Colombia, de eliminatorias anteriores, donde el regionalismo irracional también metió la mano, mandando al banco a goleadores que rendían al instante, bajo la justificación táctica por ejemplo, “del mejor jugador del mundo sin balón”.
Una etnoeducación con los píes puestos por igual en el presente, en el pasado y con proyección hacia el futuro, tiene la palabra, máxime cuando la ley la obliga por Cátedra a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿Cómo superar las formas de centrismos? ¿Cuál debe ser la estrategia frente a otras discriminaciones, como el machismo que parece definirnos? Son algunas preguntas que me formulo al cierre de esta nota, que pasa por concebir un modelo de desarrollo más inclusivo y alejado de símbolos de la economía señorial, semiesclavista y semifeudal, que brilla nítida en el latifundio.
1 Comentarios:
ups!!! lo que entendí de algunos capítulos esporádicos que ví es que los costeños estaban "masacrando" a los otros equipos sin compasión y estaban ganandose todo...
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