La ciudad ha cambiado. Lo había oído y pensaba que era una de esas poses de los posudos que no posesos pero que va, tienen razón, ya no es la misma. Ha dejado de ser ese terruño, esa matria que dibujábamos cada día, que inventábamos cada día, que recorríamos cada día para de un momento a otro llegar y verla irreconocible.
Llena de esperpentos llamados iconos que intentan recrear o reactivar un imaginario venido a menos. Ellos los del vividero, los de las oportunidades y los de las florecitas se han inventado una ciudad a la medida de sus intereses sin importarles el otro. Y lo mas jodido es que todos les hacemos eco, desde el mancito de la esquina hasta el periódico ese de mayor circulación en la costa norte del país.
Hoy muchos periodistas de cualquier medio que a la espera de una renovación en sus pautas comerciales desde las administraciones de turno sacan pecho señalando falencias que en su momento callaron, mostrando como se hicieron de mal las cosas pero sabemos que apenas les renueven los contratos volverán a callar y todos les parecerá maravilloso, divino, lo mejor del universo y mas allá.
Por eso da jartera ese carnaval armado por ellos, ese carnaval prefabricado, ese carnaval todo mariconson, ese carnaval enlatado para deguste de turistas tramados por el colorido y el calor. Un carnaval repetitivo al que solo le cambian a la carajita que lo preside y el resto es lo mismo, los mismos músicos, el mismo juan carlos coronel, el mismo checo acosta, el mismo rafael ricardo, el mismo vacile jopo de todos los años. Reciclando la nostalgia a ver que.
La ciudad ha cambiado. llena de mensajes que desconocen la presencia
de peatones ( usa tu inteligencia vial, fíjate que hay peatones en la vía) que intenta entrar a un siglo XXI embarcada en un sistema de transporte obsoleto que ha demostrado que solo sirve como postales de la ciudad de ellos pero que en la practica lo rebaso la necesidad de transporte de una urbe cada día mas compleja.
Si, tienen razón, la ciudad ha cambiado. Y yo (no) con ella. todavía nos engrupen con eso de que la ciudad debe mirar al rio, que somos mar y rio; solo rio men, el mar queda allá por Puerto Colombia y no aquí aunque tu te lo creas.
Una ciudad pendiente de banalidades, de separaciones, de regionalismos sin verse el ombligo plagado alrededor de miserias, de miserablesas aunque las pic digan lo contrario.
Una ciudad men que la quieren vestir de una caribeñidad que hace rato perdió y hoy flamante en su costeñidad quiere aparentar vainas que no son
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