¿De que color es nuestra pobreza? No creía que la pobreza pudiera tener color pero luego de leer un buen post comprendí que si y en las siguientes líneas intentare definir el color de la nuestra.
Analizándola bien ella es muy diferente a todas. A veces tiene un color amarillento, color del polvo de barro que levantan nuestras famosas brisas y pegan en cualquier parte; fachadas, checheres, chismes y ropa; polvillo que recubre buena parte de las llamadas calles que circulan sin ninguna lógica entre intrincados arrumes de casas.
Cuando llegan las lluvias, que por lo regular duran buena parte del año, la ciudad cambia y con ella su pobreza. Se ve mas resplandeciente, mas limpia; se lavan las calles, caminos de polvos y caliche convirtiéndolas en pistas de patinaje; se lavan las casas, sus fachadas de tablitas, desperdicio de aserraderos; de lata o zinc, de vallas vencidas que publicitan otros paraísos, mujeres inalcanzables y autos diferentes a los que contaminan, estiradas como un telón de boca, entrada al teatro de nuestra cotidianidad y que trata de tapar nuestras miserablesas.
Y también llegan los arroyos que anegan nuestros temores y desbordan cualquier previsión; por mas que intentes domarlos ellos saltaran cual liebre y crearan sus propios cauces, esos que arrebatamos en un afán de progreso, como si este progreso se midiera con las casitas que construimos a diestra y siniestra en nuestros otrora bosques.
Así es el color de nuestra pobreza, matizado por los atardeceres del caribe en tardes de bola de trapo pero también se viste de acero afilado cuando el hambre apremia y hay que salir a cazar en busca del sustento
1 Comentarios:
el último parrafo me describe el color rojo de la sangre que salta gracias al certero golpe del acero afilado... :(
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