Un comité interdisciplinario conformado por el personal del Comité del clima de la ONU y Al Gore, vicepresidente de EE UU, ex vicepresidente de EEUU en la época Clinton, resulto ganador del Premio Nobel de la Paz. Así se registro la noticia, ganadores, no se les adjudico por el trabajo realizado ni nada por el estilo, fue en franca competencia.
Y básicamente compitieron con un documental que "tiene un claro sesgo político", An Inconvenient Truth ("Una verdad incómoda") y que le ha dado la vuelta al mundo, un documental con todos los sellos holiwoodenses donde intentan demostrar los riesgos a que nos conduce el derroche de energía y al que un juez británico le ha encontrado nueve errores importantes.
Con este reconocimiento la academia sueca y algunos aliados quieren dar un espaldarazo a los nuevos ‘verdes’, a los nuevos ecologistas, esos de apariencia políticamente correcta, acomodados y con todo a su haber para realizar cualquier documental. No como esos de Greenpeace, agresivos, radicales, dispuestos a todo con el fin de que su ‘política verde’ de choque nos haga recapacitar acerca de los peligros en que incurren las multinacionales, que en sus ansias plusvalíales depredan cualquier espacio.
Al Gore aparece como el adalid que en su caballo blanco nos muestra los peligros del calentamiento global y abuso de la energía pero no deja de gastar en su mansión de más de 20 habitaciones y ocho cuartos de baño mas de 24.600 euros al año en consumo en energía.
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