El sábado pasado, 21 de julio, había una fiesta de cumpleaños de esas de barrio. Festones y bombas infladas a puro pulmón, la sopa de menudencias y el pudín. Alguien trae una botella de licor y en el equipo suena vallenato y regueton a la lata. De pronto los invitados se levantan nerviosos; dos motos se estacionan en la puerta de la casa y los parrilleros se bajan armados.
Celulares, cadenas de plata y algunas monedas hacen parte del botín, inclusive la botella de licor y el pudín. Si el pudín. Y todo esto sucedió frente al CAI situado en el Parque Almendra a las diez de la noche.
Se acabaron las fiestas de barrio. Los antisociales se hacen invitar y arman su propia piñata con las pertenencias de los demás invitados sin que la autoridad haga presencia ni aquí, ni allá, ni en ninguna parte
Y el problema no es que tengamos un sector que podríamos denominar COMUNA 13 como lo manifestó Armando Benedetti J. en su columna sino que toda la ciudad se nos convirtió en una pesadilla. Y, ¿la autoridad? Bien gracias, mostrándose en la Plaza denominada de La Paz, pidiendo parque automotor para pasear su inoperancia.
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Apartes de Sangrienta reconquistaLeer crónica completa: Revista CAMBIO / Sangrienta reconquista
(...) El ambiente de angustia e impotencia se siente en las calles. La gente está atemorizada por los cuerpos encontrados con signos de tortura y descuartizados, producto de la sevicia con la que han actuado los delincuentes. El miedo es general y las autoridades están en alerta roja pues temen que el departamento se convierta de nuevo en campo de venganzas como las que vivió cuando el cartel de la Costa, al mando de Alberto Orlande Gamboa, El Caracol, resolvía sus diferencias con sierra eléctrica. "Las autoridades también tienen culpa de esta situación -dice Máximo Noriega, concejal de Barranquilla-. Ellos han contribuido con un silencio cómplice al no disponer de todo el aparato policivo e investigativo para combatir el fenómeno del paramilitarismo".
El pasado jueves el Alcalde de Barranquilla, Guillermo Hoenigsberg, reaccionó, declaró el estado de emergencia y anunció inversiones por 5.000 millones de pesos para reforzar a la Policía con mejores herramientas y más hombres para frenar el baño de sangre. En próximas semanas entrarán también a operar unos escuadrones de persecución integrados por miembros del Ejército, la Policía y la Armada para desmantelar, capturar y judicializar a las nuevas bandas de criminales.
La ciudad de Barranquilla y los principales municipios del departamento de Atlántico han visto resurgir la industria del sicariato. El paramilitarismo, no cabe duda, sigue vivo y coleando.
Camina envalentonao para que tus miedos no te delaten.
1 Comentarios:
aqui es donde yo le preguntaría al excelso e inocente alcalde Hoenisberg, la rata , "el mejor vividero del mundo"?
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