El mejor vividero

28 abril 2006

Como algo premonitorio ya habíamos escrito en el post Catarsis donde pretendíamos aceptar esta ciudad que nos han trocado por otra como en el mundo de bizarro. El escritor Heriberto Fiorillo escribió también su catarsis donde cuestiona, como ya lo habíamos hecho, eso de VIVIDERO; nosotros lo definimos como TIERRA DE VIVOS, el de SOBREVIVIDERO.

Barranquilla, la Arenosa, la Puerta de Oro de Colombia, mi bella Curramba, es hoy, por encima de todo, a juicio de algunos líderes locales y publicistas contemporáneos: “el mejor vividero del mundo”. Se trata de una convicción metida en el pecho. Y así, desde allí, pretenden venderla a nacionales y extranjeros.

Yo me pregunto, con todo respeto, a qué clase de mafioso apelan estos imaginativos copy writers de la ciudad cuando proponen el mencionado eslogan. A qué tipo de maleante están invitando a gozar de las ventajas que ofrece Barranquilla, si la verdad es que la ciudad pareciera convenir en ese contexto, cuando se le mira como epicentro de ilegalidades.

¿Acaso no es nuestra capital —o lo que queda de ella— el mejor vividero del mundo para los gamonales que llevan décadas en la política y, gracias a su tradicional maquinaria de votantes cautivos, no necesitan hacer campaña electoral con el fin de ‘triunfar’ y mantenerse en el poder?

Vividero: lugar o hábitat pródigo en riquezas desde la perspectiva de quienes lo habitan, explotan o usufructúan.
¿No es Barranquilla el mejor ‘vividero’ del mundo para los inquietos que reparten a diestra y siniestra medallas y diplomas y, con esa mínima inversión en el ego del otro, más una foto generosa de los periódicos, ganan ‘imagen’ entre la gente?

¿No es el mejor ‘vividero’ para los vivos que ofrecen a la venta, como área residencial privilegiada, la zona más contaminada de la ciudad?

¿Para los ambiciosos que pagan la multa y, aunque el sector haya sido declarado patrimonio nacional, construyen edificios altísimos, arruinando el paisaje, la arquitectura y el modo de vida habitual, con su terrible impacto social?
¿Para el cura que se toma la calle y luego el parque de la esquina, despojando al barrio de esos espacios y ampliando así su parroquia?

¿Para los clonadores de tarjetas que desangran las cuentas de quienes creemos en el sistema financiero?
¿Para los atracadores que tienen calanchines en los mismos bancos y para los gansters que prestan en los mercados públicos al dulce y diario diez por ciento?

¿Para quienes pagan por borrar su nombre de las listas de la Dian? ¿Para los que se roban la luz de los postes y arman tienda de celulares, jugos o miscelánea en cada esquina? ¿Para los de estrato seis, que sobornan para alterar sus contadores del servicio público en lugar de pagar por lo que consumen?

¿Para los que se roban el agua y, oficina montada, lavan carros de todo tenor detrás del hotel del Prado o a las puertas del Centro Bíblico Internacional? ¿Para las pequeñas y poderosas mafias que se tomaron todas las calles del centro, incluyendo el Paseo Bolívar, la Plaza de San Nicolás y otros lugares emblemáticos de nuestra idiosincrasia?

¿Para los poderosos que abusan de su autoridad, salen de la cárcel rumbo a la iglesia y se promueven como mártires?
Barranquilla es, por estos días, una ciudad sin luz ni alcantarillado, acostumbrada a ahogar parte de su gente en las corrientes de arroyos sin clemencia y a ser mostrada como ‘nota curiosa’ de cada invierno en la televisión nacional e internacional. Son esas cosas —además de Shakira, el Junior, el Carnaval y La Cueva— las que nos ponen en el mapa.

Barranquilla, sí, claro, un ‘vividero incomparable’ donde el más significativo símbolo de autoridad local es aún el policía de tránsito de mentiras, que ‘trabaja’ disfrazado bajo la mirada cómplice de la otra Ley, en la zona industrial de una urbe sin dolientes, ideal para la impunidad. Pregúntele a él o a los cien mil ‘parqueadores’ públicos que administran, a su manera, cada espacio de estacionamiento en cada uno de los barrios, si es que no creen habitar el mejor —no vividero sino sobrevividero— del mundo.

El mejor vividero

Como algo premonitorio ya habíamos escrito en el post Catarsis donde pretendíamos aceptar esta ciudad que nos han trocado por otra como en el mundo de bizarro. El escritor Heriberto Fiorillo escribió también su catarsis donde cuestiona, como ya lo habíamos hecho, eso de VIVIDERO; nosotros lo definimos como TIERRA DE VIVOS, el de SOBREVIVIDERO.

Barranquilla, la Arenosa, la Puerta de Oro de Colombia, mi bella Curramba, es hoy, por encima de todo, a juicio de algunos líderes locales y publicistas contemporáneos: “el mejor vividero del mundo”. Se trata de una convicción metida en el pecho. Y así, desde allí, pretenden venderla a nacionales y extranjeros.

Yo me pregunto, con todo respeto, a qué clase de mafioso apelan estos imaginativos copy writers de la ciudad cuando proponen el mencionado eslogan. A qué tipo de maleante están invitando a gozar de las ventajas que ofrece Barranquilla, si la verdad es que la ciudad pareciera convenir en ese contexto, cuando se le mira como epicentro de ilegalidades.

¿Acaso no es nuestra capital —o lo que queda de ella— el mejor vividero del mundo para los gamonales que llevan décadas en la política y, gracias a su tradicional maquinaria de votantes cautivos, no necesitan hacer campaña electoral con el fin de ‘triunfar’ y mantenerse en el poder?

Vividero: lugar o hábitat pródigo en riquezas desde la perspectiva de quienes lo habitan, explotan o usufructúan.
¿No es Barranquilla el mejor ‘vividero’ del mundo para los inquietos que reparten a diestra y siniestra medallas y diplomas y, con esa mínima inversión en el ego del otro, más una foto generosa de los periódicos, ganan ‘imagen’ entre la gente?

¿No es el mejor ‘vividero’ para los vivos que ofrecen a la venta, como área residencial privilegiada, la zona más contaminada de la ciudad?

¿Para los ambiciosos que pagan la multa y, aunque el sector haya sido declarado patrimonio nacional, construyen edificios altísimos, arruinando el paisaje, la arquitectura y el modo de vida habitual, con su terrible impacto social?
¿Para el cura que se toma la calle y luego el parque de la esquina, despojando al barrio de esos espacios y ampliando así su parroquia?

¿Para los clonadores de tarjetas que desangran las cuentas de quienes creemos en el sistema financiero?
¿Para los atracadores que tienen calanchines en los mismos bancos y para los gansters que prestan en los mercados públicos al dulce y diario diez por ciento?

¿Para quienes pagan por borrar su nombre de las listas de la Dian? ¿Para los que se roban la luz de los postes y arman tienda de celulares, jugos o miscelánea en cada esquina? ¿Para los de estrato seis, que sobornan para alterar sus contadores del servicio público en lugar de pagar por lo que consumen?

¿Para los que se roban el agua y, oficina montada, lavan carros de todo tenor detrás del hotel del Prado o a las puertas del Centro Bíblico Internacional? ¿Para las pequeñas y poderosas mafias que se tomaron todas las calles del centro, incluyendo el Paseo Bolívar, la Plaza de San Nicolás y otros lugares emblemáticos de nuestra idiosincrasia?

¿Para los poderosos que abusan de su autoridad, salen de la cárcel rumbo a la iglesia y se promueven como mártires?
Barranquilla es, por estos días, una ciudad sin luz ni alcantarillado, acostumbrada a ahogar parte de su gente en las corrientes de arroyos sin clemencia y a ser mostrada como ‘nota curiosa’ de cada invierno en la televisión nacional e internacional. Son esas cosas —además de Shakira, el Junior, el Carnaval y La Cueva— las que nos ponen en el mapa.

Barranquilla, sí, claro, un ‘vividero incomparable’ donde el más significativo símbolo de autoridad local es aún el policía de tránsito de mentiras, que ‘trabaja’ disfrazado bajo la mirada cómplice de la otra Ley, en la zona industrial de una urbe sin dolientes, ideal para la impunidad. Pregúntele a él o a los cien mil ‘parqueadores’ públicos que administran, a su manera, cada espacio de estacionamiento en cada uno de los barrios, si es que no creen habitar el mejor —no vividero sino sobrevividero— del mundo.

Catarsis

20 abril 2006

Adolorido, dolorido al caminar intento alegrarme con los rayos de un Sol testigo de nuestro devenir. Hoy, la ciudad no aguanta ni una redibujada, ni una recreada. Nada. El acabose. Sardineles rotos; locos, pordioseros, vagos y trashumantes dejando su hedor en cada rincón; Mierda y orines es el aroma de nuestro entorno sin retorno. Mierda que corre paralela a los sardineles, mierda es el cagajón de las bestias que tiran carros de miseria cargados de líchigos para engañar el hambre; ¿Quien se robo tu oro, tu brillo que engalano al poeta? Sola y acabada. Donde quedo aquella puerta de oro. ¿Donde esta nuestro protagonismo, nuestro pionerismo del que tanto nos ufanamos? ¿Do?

Inseguridad. Asaltos. Chantajes, chantajistas, fleteros y apartamenteros, corruptos en cada estamento oficial buscando donde plantar sus muñecos para desangrar la ubre oficial. Pilas. No des papaya porque cualquiera por dos pesos te raya. Engañados como dice el escritor, saltando arroyos de aguas negras pegados a nuestros celulares intentando crear imágenes de una urbe del siglo XXI vivimos en este vividero, tierra de vivos, nuevo epíteto que nos endilgaron como si los existentes, arenosa, barranca, curramba la bella, la prendería (si te demoras mas de tres meses te quedas) no resumieran toda esa barranquilleria que parasita nos hace de escenografía en cualquier pasaje.

Paisajes humeantes, frituras, exhostos, disparos. Paisajes tecnológicos de reventa de minutos de celulares, cibercafes piratas como piratas son nuestros sones; realia prestada donde indiferentes sobrevivimos en un día como si el goterero nos mantuviera vivos solo para saldar la deuda que contrajimos.

Catarsis

Adolorido, dolorido al caminar intento alegrarme con los rayos de un Sol testigo de nuestro devenir. Hoy, la ciudad no aguanta ni una redibujada, ni una recreada. Nada. El acabose. Sardineles rotos; locos, pordioseros, vagos y trashumantes dejando su hedor en cada rincón; Mierda y orines es el aroma de nuestro entorno sin retorno. Mierda que corre paralela a los sardineles, mierda es el cagajón de las bestias que tiran carros de miseria cargados de líchigos para engañar el hambre; ¿Quien se robo tu oro, tu brillo que engalano al poeta? Sola y acabada. Donde quedo aquella puerta de oro. ¿Donde esta nuestro protagonismo, nuestro pionerismo del que tanto nos ufanamos? ¿Do?

Inseguridad. Asaltos. Chantajes, chantajistas, fleteros y apartamenteros, corruptos en cada estamento oficial buscando donde plantar sus muñecos para desangrar la ubre oficial. Pilas. No des papaya porque cualquiera por dos pesos te raya. Engañados como dice el escritor, saltando arroyos de aguas negras pegados a nuestros celulares intentando crear imágenes de una urbe del siglo XXI vivimos en este vividero, tierra de vivos, nuevo epíteto que nos endilgaron como si los existentes, arenosa, barranca, curramba la bella, la prendería (si te demoras mas de tres meses te quedas) no resumieran toda esa barranquilleria que parasita nos hace de escenografía en cualquier pasaje.

Paisajes humeantes, frituras, exhostos, disparos. Paisajes tecnológicos de reventa de minutos de celulares, cibercafes piratas como piratas son nuestros sones; realia prestada donde indiferentes sobrevivimos en un día como si el goterero nos mantuviera vivos solo para saldar la deuda que contrajimos.

PAPILLON en Barranquilla

07 abril 2006

papillonbarco

BARRIO CHINO ha publicado una crónica sobre las andanzas del popular Henry Charriere en la ciudad de Barranquilla escrita por el investigador Helkin Núñez C. Nos habla de su detención en la cárcel que llamaban La Ochenta, sus intentos de fuga y sus contactos con el bajo mundo que habitaba en el llamado BARRIO CHINO.

PAPILLON en Barranquilla

papillonbarco

BARRIO CHINO ha publicado una crónica sobre las andanzas del popular Henry Charriere en la ciudad de Barranquilla escrita por el investigador Helkin Núñez C. Nos habla de su detención en la cárcel que llamaban La Ochenta, sus intentos de fuga y sus contactos con el bajo mundo que habitaba en el llamado BARRIO CHINO.

Mejor Vividero

01 abril 2006

Vividero: Tierra de vivos

Mejor Vividero

Vividero: Tierra de vivos

Ciudad de Miedo II

"...las drogas ilícitas se han convertido en el ‘acetaminofén’ de la sociedad y ejercen su poder destructivo bajo la mirada complaciente de todos, las autoridades son los principales dueños del mototaxismo, algunos ex alcaldes y políticos son los propietarios del servicio público de taxis, la gente está pasando hambre, los buses han dejado de transportar pasajeros para llevar mendigos al borde de la muerte, estamos construyendo una nueva ciudad hacia el norte más excluyente que la que tenemos, la indigencia es cada vez mayor, los niños ya no piden limosnas si no que asaltan al pie de los semáforos, y la anarquía y la falta de autoridad predominan"

Ciudad de Miedo II

"...las drogas ilícitas se han convertido en el ‘acetaminofén’ de la sociedad y ejercen su poder destructivo bajo la mirada complaciente de todos, las autoridades son los principales dueños del mototaxismo, algunos ex alcaldes y políticos son los propietarios del servicio público de taxis, la gente está pasando hambre, los buses han dejado de transportar pasajeros para llevar mendigos al borde de la muerte, estamos construyendo una nueva ciudad hacia el norte más excluyente que la que tenemos, la indigencia es cada vez mayor, los niños ya no piden limosnas si no que asaltan al pie de los semáforos, y la anarquía y la falta de autoridad predominan"

Ciudad de Miedo I

El periódico EL HERALDO, publicó una interesante columna escrita por Horacio Brieva, en la cual publica los puntos de vista de varios colegas periodistas acerca del caos que vive la ciudad de Barranquilla. Por considerarlo de mucho interés se publican apartes de dicha nota con los créditos respectivos.

El periodista Jorge Medina Rendón, en una especie de inventario de horrores, desglosa anatómicamente cada uno de los problemas de Barranquilla que –ligados, entremezclados o concatenados – explican el angustiante clima de inseguridad actual.

En esta ciudad, dice, se imparte una educación de mala calidad, la salud es sólo una fachada que tiene conexiones directas con la morgue distrital y las salas privadas de velación, la economía informal crece cada día, los pagadiarios son los nuevos empresarios locales, las personas mayores de 25 años ya no califican para emplearlas, la corrupción distrital y departamental es creciente, las autoridades de control se han vuelto más corruptas que los corruptos, la familia como núcleo fundamental se encuentra en estado de coma, los valores y principios parecen un cuento de hadas, la radio se ha convertido en el principal vehículo de los antivalores, la prostitución infantil y de adolescentes es una lucrativa microempresa, y el homosexualismo ha ingresado a muchas familias en las cuales los hijos juegan a la doble en bares que todo el mundo sabe donde quedan.

Ciudad de Miedo I

El periódico EL HERALDO, publicó una interesante columna escrita por Horacio Brieva, en la cual publica los puntos de vista de varios colegas periodistas acerca del caos que vive la ciudad de Barranquilla. Por considerarlo de mucho interés se publican apartes de dicha nota con los créditos respectivos.

El periodista Jorge Medina Rendón, en una especie de inventario de horrores, desglosa anatómicamente cada uno de los problemas de Barranquilla que –ligados, entremezclados o concatenados – explican el angustiante clima de inseguridad actual.

En esta ciudad, dice, se imparte una educación de mala calidad, la salud es sólo una fachada que tiene conexiones directas con la morgue distrital y las salas privadas de velación, la economía informal crece cada día, los pagadiarios son los nuevos empresarios locales, las personas mayores de 25 años ya no califican para emplearlas, la corrupción distrital y departamental es creciente, las autoridades de control se han vuelto más corruptas que los corruptos, la familia como núcleo fundamental se encuentra en estado de coma, los valores y principios parecen un cuento de hadas, la radio se ha convertido en el principal vehículo de los antivalores, la prostitución infantil y de adolescentes es una lucrativa microempresa, y el homosexualismo ha ingresado a muchas familias en las cuales los hijos juegan a la doble en bares que todo el mundo sabe donde quedan.