No entiendo. ¿Como es posible que esa labor quijotesca que realiza Alfredo de la Espriella, historiador de la localidad (palabra que le gusta a @Gerente) no tenga eco en los estamentos culturales de esta ciudad?

Presupuestos van y vienen; unos invertidos, otros despilfarrados (aquí ningún proyecto es evaluado en ninguna de sus etapas) y cada mes el Museo Romántico de Barranquilla, tenedor de lo tangible de nuestro imaginario pasado o que pasa, debe pensar como cancelar sus servicios públicos.

Alfredo y los cuatro gatos deben salir a mendigar una ayuda para que ese compendio de cosas no se caiga, no muera arrumado en el rincón de alguna dependencia oficial. A los pensantes de esta ciudad no se les ha ocurrido que este espacio podría ser un apéndice del tan mentado Parque Cultural del Caribe y su alter ego Museo del Caribe?

Allí reposan muchas de nuestras taras, de nuestros miedos, de nuestros odios representados en escritos, personajes, objetos y espacios copiados a la realidad. El, hace parte de nuestro imaginario colectivo y estoy seguro que en otras latitudes seria una de las obras de mostrar de políticos y entes oficiales. Pero no. Solo pasamos y señalamos su presencia sin comprometernos a su permanencia en el tiempo.

________________________________________

No creas, todo esto también me lo pregunto del Instituto Experimental del Atlántico, una institución que sobrevive a la desidia de los entes oficiales pero que le da lustre a la región mostrando con orgullo todos los premios todos, ganados obtenidos en evaluaciones oficiales, concursos y demás y que cada cierto tiempo debe salir a pasar el cepillo, pedir limosna dicen otros para sobrevivir otro tiempo mas donde sus alumnos se enfrentaran a nuevos retos superándolos sin tanta infraestructura pero si con la enjundia que da el saberse mejor que todos.

No entiendo. ¿Como es posible que esa labor quijotesca que realiza Alfredo de la Espriella, historiador de la localidad (palabra que le gusta a @Gerente) no tenga eco en los estamentos culturales de esta ciudad?

Presupuestos van y vienen; unos invertidos, otros despilfarrados (aquí ningún proyecto es evaluado en ninguna de sus etapas) y cada mes el Museo Romántico de Barranquilla, tenedor de lo tangible de nuestro imaginario pasado o que pasa, debe pensar como cancelar sus servicios públicos.

Alfredo y los cuatro gatos deben salir a mendigar una ayuda para que ese compendio de cosas no se caiga, no muera arrumado en el rincón de alguna dependencia oficial. A los pensantes de esta ciudad no se les ha ocurrido que este espacio podría ser un apéndice del tan mentado Parque Cultural del Caribe y su alter ego Museo del Caribe?

Allí reposan muchas de nuestras taras, de nuestros miedos, de nuestros odios representados en escritos, personajes, objetos y espacios copiados a la realidad. El, hace parte de nuestro imaginario colectivo y estoy seguro que en otras latitudes seria una de las obras de mostrar de políticos y entes oficiales. Pero no. Solo pasamos y señalamos su presencia sin comprometernos a su permanencia en el tiempo.

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No creas, todo esto también me lo pregunto del Instituto Experimental del Atlántico, una institución que sobrevive a la desidia de los entes oficiales pero que le da lustre a la región mostrando con orgullo todos los premios todos, ganados obtenidos en evaluaciones oficiales, concursos y demás y que cada cierto tiempo debe salir a pasar el cepillo, pedir limosna dicen otros para sobrevivir otro tiempo mas donde sus alumnos se enfrentaran a nuevos retos superándolos sin tanta infraestructura pero si con la enjundia que da el saberse mejor que todos.

Por considerarlo de interés publicamos este escrito, Nicolás Ramón Contreras Hernández acerca de lo que se vive en uno de los realities de nuestra televisión nacional.

desafio EL DESAFÍO DE LAS REGIONES O EL DE LAS DISCRIMINACIONES
Por: Nicolás Ramón Contreras Hernández

Luego de vivir como televidente varios Desafíos - idea mediática importada de USA y Australia- en el país, no deja de llamarme la atención, la tendencia de la mayoría de las personas de las regiones interioranas a hacer alianzas en contra de los participantes de la región Caribe.  El hecho también trae a mi memoria la lectura de un libro del historiador norteamericano David Bushnell titulado, Colombia una Nación a Pesar de Sí Misma. Desde los Tiempos Precolombinos Hasta Nuestros Días. 

En un comentario colgado en la ciberpágina de la Biblioteca Luís Ángel Arango, acerca de este libro, Helmut Spreitzer anota que el nuestro es,­ […] un país donde cada región ostenta su propio orgullo —es decir, donde el orgullo regional importa más que el orgullo nacional […] Colombia más parece un estado nacional que una nación unida. Aunque no ha de negarse el patriotismo que surge, por ejemplo, en los partidos internacionales de fútbol. […]

A pesar de las explicaciones de la obra y del comentarista, inscritas en los determinismos geográficos e históricos, no deja uno de preguntarse: ¿Entonces por qué esa tendencia de las regiones interioranas a hacer alianzas contra los jugadores de la región Caribe? ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de nación, que por ejemplo, han promocionado hasta el día de hoy las escuelas, institución tradicional e institución mediática?

Pienso que lo central en este nudo de contradicciones, es que la historia de Colombia y de este hemisferio en particular, es una historia de sucesivas fobias y discriminaciones fuertemente ligadas al biotipo, el habla, el ritmo y el pigmento. A principios del siglo pasado la música nacional era la música interiorana, la música de los litorales era costeña o del Pacífico.

Recientemente desde el centralismo mediático, la llamada música Guasca o de Carrilera, versión local de rancheras y corridos mejicanos, comenzó a ser llamada olímpicamente “Música Popular”, como si el Rap y la Champeta por ejemplo, no lo fueran.

Podríamos creer que la fobia nació con España, pero que va, antes de la llegada de Colón, como en otros lares del mundo, los habitantes originarios se hacían la guerra con gusto; así como por ejemplo, los griegos y los eslavos se masacraban entre sí en la Europa Balcánica y Mediterránea; o en África los Ashantis con los Achimis, en la parte norte de Suramérica, los caribes se la montaban a Muiscas y Arawac; y las federaciones zenúes de cultura muisca, se masacraban entre sí, como testimonia el mito de Onomais, develado por Benjamín Puche Villadiego. A estas alturas del partido, la pregunta sigue siendo: ¿Y el caso todos contra los caribeños cómo se explica?

Es que el problema empieza por casa: en la selección del mismo personal que va por la región Caribe al desafío comienza la discriminación. Es por demás exótico que en una población tan afrodescendiente como la caribeña, personas negras no clasifiquen en forma representativa al desafío, como si puede observarse entre los grupos de Valle del Cauca e incluso Antioquia, que a pesar de todo, parecen haber superado el síndrome de “la buena presencia”, pretexto discriminador a la entrada de discotecas o puestos de trabajo de importancia en ciudades como Cartagena.

Hay que anotar, que así los rasgos por ejemplo de un Larios o de un Jonathan Mulford – descendientes de los marinos sajones y francos que preñaron mujeres zambas por la rivera del magdalena en Ciénaga, Soledad o Barranquilla- los muestren con “el mestizaje ideal hispano”, no dejan de ser simples negros para los interioranos, contra los cuales es válido lo que sea, como lo dejan brotar con una frescura los comentarios del sobreviviente de Bogotá, el Valle, el Llano y la amerindia santandereana, que le hundió el puñal paramuno sin compasión, al grupo que la acogió con un cariño ingenuo sin par, típico de nosotros los caribeños.

Colombia sigue siendo una nación más unida por símbolos emergentes y coyunturales como Pambelé, Lucho Herrera o la triunfante selección Colombia, de eliminatorias anteriores, donde el regionalismo irracional también metió la mano, mandando al banco a goleadores que rendían al instante, bajo la justificación táctica por ejemplo, “del mejor jugador del mundo sin balón”.

Una etnoeducación con los píes puestos por igual en el presente, en el pasado y con proyección hacia el futuro, tiene la palabra, máxime cuando la ley la obliga por Cátedra a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿Cómo superar las formas de centrismos? ¿Cuál debe ser la estrategia frente a otras discriminaciones, como el machismo que parece definirnos? Son algunas preguntas que me formulo al cierre de esta nota, que pasa por concebir un modelo de desarrollo más inclusivo y alejado de símbolos de la economía señorial, semiesclavista y semifeudal, que brilla nítida en el latifundio.

Por considerarlo de interés publicamos este escrito, Nicolás Ramón Contreras Hernández acerca de lo que se vive en uno de los realities de nuestra televisión nacional.

desafio EL DESAFÍO DE LAS REGIONES O EL DE LAS DISCRIMINACIONES
Por: Nicolás Ramón Contreras Hernández

Luego de vivir como televidente varios Desafíos - idea mediática importada de USA y Australia- en el país, no deja de llamarme la atención, la tendencia de la mayoría de las personas de las regiones interioranas a hacer alianzas en contra de los participantes de la región Caribe.  El hecho también trae a mi memoria la lectura de un libro del historiador norteamericano David Bushnell titulado, Colombia una Nación a Pesar de Sí Misma. Desde los Tiempos Precolombinos Hasta Nuestros Días. 

En un comentario colgado en la ciberpágina de la Biblioteca Luís Ángel Arango, acerca de este libro, Helmut Spreitzer anota que el nuestro es,­ […] un país donde cada región ostenta su propio orgullo —es decir, donde el orgullo regional importa más que el orgullo nacional […] Colombia más parece un estado nacional que una nación unida. Aunque no ha de negarse el patriotismo que surge, por ejemplo, en los partidos internacionales de fútbol. […]

A pesar de las explicaciones de la obra y del comentarista, inscritas en los determinismos geográficos e históricos, no deja uno de preguntarse: ¿Entonces por qué esa tendencia de las regiones interioranas a hacer alianzas contra los jugadores de la región Caribe? ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de nación, que por ejemplo, han promocionado hasta el día de hoy las escuelas, institución tradicional e institución mediática?

Pienso que lo central en este nudo de contradicciones, es que la historia de Colombia y de este hemisferio en particular, es una historia de sucesivas fobias y discriminaciones fuertemente ligadas al biotipo, el habla, el ritmo y el pigmento. A principios del siglo pasado la música nacional era la música interiorana, la música de los litorales era costeña o del Pacífico.

Recientemente desde el centralismo mediático, la llamada música Guasca o de Carrilera, versión local de rancheras y corridos mejicanos, comenzó a ser llamada olímpicamente “Música Popular”, como si el Rap y la Champeta por ejemplo, no lo fueran.

Podríamos creer que la fobia nació con España, pero que va, antes de la llegada de Colón, como en otros lares del mundo, los habitantes originarios se hacían la guerra con gusto; así como por ejemplo, los griegos y los eslavos se masacraban entre sí en la Europa Balcánica y Mediterránea; o en África los Ashantis con los Achimis, en la parte norte de Suramérica, los caribes se la montaban a Muiscas y Arawac; y las federaciones zenúes de cultura muisca, se masacraban entre sí, como testimonia el mito de Onomais, develado por Benjamín Puche Villadiego. A estas alturas del partido, la pregunta sigue siendo: ¿Y el caso todos contra los caribeños cómo se explica?

Es que el problema empieza por casa: en la selección del mismo personal que va por la región Caribe al desafío comienza la discriminación. Es por demás exótico que en una población tan afrodescendiente como la caribeña, personas negras no clasifiquen en forma representativa al desafío, como si puede observarse entre los grupos de Valle del Cauca e incluso Antioquia, que a pesar de todo, parecen haber superado el síndrome de “la buena presencia”, pretexto discriminador a la entrada de discotecas o puestos de trabajo de importancia en ciudades como Cartagena.

Hay que anotar, que así los rasgos por ejemplo de un Larios o de un Jonathan Mulford – descendientes de los marinos sajones y francos que preñaron mujeres zambas por la rivera del magdalena en Ciénaga, Soledad o Barranquilla- los muestren con “el mestizaje ideal hispano”, no dejan de ser simples negros para los interioranos, contra los cuales es válido lo que sea, como lo dejan brotar con una frescura los comentarios del sobreviviente de Bogotá, el Valle, el Llano y la amerindia santandereana, que le hundió el puñal paramuno sin compasión, al grupo que la acogió con un cariño ingenuo sin par, típico de nosotros los caribeños.

Colombia sigue siendo una nación más unida por símbolos emergentes y coyunturales como Pambelé, Lucho Herrera o la triunfante selección Colombia, de eliminatorias anteriores, donde el regionalismo irracional también metió la mano, mandando al banco a goleadores que rendían al instante, bajo la justificación táctica por ejemplo, “del mejor jugador del mundo sin balón”.

Una etnoeducación con los píes puestos por igual en el presente, en el pasado y con proyección hacia el futuro, tiene la palabra, máxime cuando la ley la obliga por Cátedra a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿Cómo superar las formas de centrismos? ¿Cuál debe ser la estrategia frente a otras discriminaciones, como el machismo que parece definirnos? Son algunas preguntas que me formulo al cierre de esta nota, que pasa por concebir un modelo de desarrollo más inclusivo y alejado de símbolos de la economía señorial, semiesclavista y semifeudal, que brilla nítida en el latifundio.

Colombia anoréxica

18 noviembre 2009

Alguna vez leí que la extrema delgadez de algunos modelos neoyorquinos se debía a su adicción a la heroína y que esta tenia su estatus entre este circulo por proporcionarles una ‘imagen de glamur y dejadez que los favorecía en su trabajo’

Traigo esto a colación pues me ha impactado la flacura, ‘llevadera’ dirían en la esquina cuando estas existían, de la nueva soberana de la belleza de la republica de Colombia – tronco de titulo pa’una pela tan flaca, diría el flecha – pues va en contravía de los cánones que se han instaurado en otras partes del mundo donde las modelos han tenido que subir de peso y dejar esa actitud para presentar una imagen mas real de la mujer. Y si, modelos y reinas es la misma vaina.

 reina2 d01keira01 1051bc9boliuvasrg

Es como si se quisiera institucionalizar esa delgadez extrema tipo Somalia en nuestro país para hacernos sentir bien. Con lo que se gana se come eso poco que necesitamos para vernos así, pensaran muchos.

___________________________________________

NOTA ROSA I

La pareja de Inés y Jorge A., andan en dieta, como las reinas, para estar a tono pues serán los presentadores oficiales del próximo banquete a beneficio de la niñez desnutrida.

__________________________________________

SOMALIA

Ser flaco es sinónimo de éxito. La exigente sociedad ha impuesto un estándar de delgadez y quienes lo exceden se sienten desvalorizados y fracasados. No hay reunión social en la que no se toque el tema del peso, de los kilitos de mas, de la dieta de moda, pero nunca de la situación que vive África ni siquiera imaginar en adoptar un famélico niño que luciría bien en esta anoréxica sociedad.

Alguna vez leí que la extrema delgadez de algunos modelos neoyorquinos se debía a su adicción a la heroína y que esta tenia su estatus entre este circulo por proporcionarles una ‘imagen de glamur y dejadez que los favorecía en su trabajo’

Traigo esto a colación pues me ha impactado la flacura, ‘llevadera’ dirían en la esquina cuando estas existían, de la nueva soberana de la belleza de la republica de Colombia – tronco de titulo pa’una pela tan flaca, diría el flecha – pues va en contravía de los cánones que se han instaurado en otras partes del mundo donde las modelos han tenido que subir de peso y dejar esa actitud para presentar una imagen mas real de la mujer. Y si, modelos y reinas es la misma vaina.

 reina2 d01keira01 1051bc9boliuvasrg

Es como si se quisiera institucionalizar esa delgadez extrema tipo Somalia en nuestro país para hacernos sentir bien. Con lo que se gana se come eso poco que necesitamos para vernos así, pensaran muchos.

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NOTA ROSA I

La pareja de Inés y Jorge A., andan en dieta, como las reinas, para estar a tono pues serán los presentadores oficiales del próximo banquete a beneficio de la niñez desnutrida.

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SOMALIA

Ser flaco es sinónimo de éxito. La exigente sociedad ha impuesto un estándar de delgadez y quienes lo exceden se sienten desvalorizados y fracasados. No hay reunión social en la que no se toque el tema del peso, de los kilitos de mas, de la dieta de moda, pero nunca de la situación que vive África ni siquiera imaginar en adoptar un famélico niño que luciría bien en esta anoréxica sociedad.

Despierta B/quillero…

10 noviembre 2009

Una vez nos convencemos que aquí lo oficial está al servicio de intereses muy particulares. Y muchos idiotas útiles hacen caso de esto y se arropan con banderas localistas como si el resto del país, el resto de dirigentes no tuviera una visión más amplia de todo lo que acaece en este país de Dios.

Digo esto porque un grupo de esos la ha tomado contra la gente de patrimonio histórico por no dar permiso para tumbar el afamado edificio de la Caja Agraria sin saber que no hay tal ampliación de paisajes ni de paseos ni nada sino que ello es determinante para que los inversionistas construyan sobres las ruinas de edificios históricos y calles robadas un afamado centro comercial denominado Estación Central

Gracias a Dios esto se revoco y se ha replanteado el proyecto aunque los áulicos continúan con el cuento de la demolición.

Y LLEGA RIVERSIDE
Bienvenidos todos estos proyectos urbanos que de una u otra manera amplían el entorno pero lo que no entiendo es porque estos – los proyectos – de carácter e inversión privada tienen que enmancornarse con los del Distrito o Departamento como si los mandatarios de estos fueran ahí, en la para; Porque el interés del Gobernador o el alcalde en estos  a los que le facilitan para su realización toda la infraestructura de los entes que dirigen inclusive, crean algunos – como la ampliación de la 84 – para facilitarles el desarrollo de los mismos?gview3 Hoy, nuestro alcalde con el más alto rating de popularidad alcanzado por un dirigente publico – fresco Uribe que no te tumban el 84% – saca pecho por la ampliación de la calle 84 a varios carriles, paso nivel, box colver y demás hasta llevarla a la Vía 40… donde la espera en boquita al hoyo muerta al tiro el proyecto denominado RIVERSIDE de unos inversionistas antioqueños. Una marina con todos los juguetes que se levantara sobre los terrenos de la antigua Peldar. 

El proyecto Riverside desde el punto de vista arquitectonico es un verdadero pastiche sin personalidad. A nivel urbano es un intento de convertir areas otroras industriales en desarrollo mixtos. En realidad, ellos no saben ni que carajo es lo que quieren con la propuesta. Allí se ve con absoluta claridad que le apuestan a todo y  a nada.

 peldar Ahora los áulicos la emprenderán contra los moteles del sector, las empresas productoras de químicos y si acaso pedirán el traslado del puerto carbonífero y la reubicación del barrio Siape y San Salvador.

Amanecerá y veremos, no, seguiremos viendo como se desmorona nuestro imaginario y renace mayamizado o antioqueñizado para bien de unos pocos

Una vez nos convencemos que aquí lo oficial está al servicio de intereses muy particulares. Y muchos idiotas útiles hacen caso de esto y se arropan con banderas localistas como si el resto del país, el resto de dirigentes no tuviera una visión más amplia de todo lo que acaece en este país de Dios.

Digo esto porque un grupo de esos la ha tomado contra la gente de patrimonio histórico por no dar permiso para tumbar el afamado edificio de la Caja Agraria sin saber que no hay tal ampliación de paisajes ni de paseos ni nada sino que ello es determinante para que los inversionistas construyan sobres las ruinas de edificios históricos y calles robadas un afamado centro comercial denominado Estación Central

Gracias a Dios esto se revoco y se ha replanteado el proyecto aunque los áulicos continúan con el cuento de la demolición.

Y LLEGA RIVERSIDE
Bienvenidos todos estos proyectos urbanos que de una u otra manera amplían el entorno pero lo que no entiendo es porque estos – los proyectos – de carácter e inversión privada tienen que enmancornarse con los del Distrito o Departamento como si los mandatarios de estos fueran ahí, en la para; Porque el interés del Gobernador o el alcalde en estos  a los que le facilitan para su realización toda la infraestructura de los entes que dirigen inclusive, crean algunos – como la ampliación de la 84 – para facilitarles el desarrollo de los mismos?gview3 Hoy, nuestro alcalde con el más alto rating de popularidad alcanzado por un dirigente publico – fresco Uribe que no te tumban el 84% – saca pecho por la ampliación de la calle 84 a varios carriles, paso nivel, box colver y demás hasta llevarla a la Vía 40… donde la espera en boquita al hoyo muerta al tiro el proyecto denominado RIVERSIDE de unos inversionistas antioqueños. Una marina con todos los juguetes que se levantara sobre los terrenos de la antigua Peldar. 

El proyecto Riverside desde el punto de vista arquitectonico es un verdadero pastiche sin personalidad. A nivel urbano es un intento de convertir areas otroras industriales en desarrollo mixtos. En realidad, ellos no saben ni que carajo es lo que quieren con la propuesta. Allí se ve con absoluta claridad que le apuestan a todo y  a nada.

 peldar Ahora los áulicos la emprenderán contra los moteles del sector, las empresas productoras de químicos y si acaso pedirán el traslado del puerto carbonífero y la reubicación del barrio Siape y San Salvador.

Amanecerá y veremos, no, seguiremos viendo como se desmorona nuestro imaginario y renace mayamizado o antioqueñizado para bien de unos pocos

Cuando sea grande voy a ser...

05 noviembre 2009

Las calles de nuestros barrios nunca toman prisioneros,
quiebran al que no resiste sea local o sea extranjero.
Ahí la paciencia no existe con los que son majaderos,
cada víctima es culpable si cayó por traicionero.

Las tribus urbanas de antes tenían sus códigos y estos eran inviolables. Su no seguimiento al pie de la letra hacia que fueras desterrado de ese territorio defendido a capa y espada y del que nos sentíamos dueños, la esquina. Si cometías falta no jugabas cuando llevábamos ‘línea’ o no nos acompañabas cuando íbamos los sábados al bar de siempre a escuchar los mismos discos que cada fin de semana sonaban diferente.

Los padres confiaban en ese espacio y nos permitían andar con ‘los grandes’ pues sabían que esto hacia parte del proceso de crecimiento. Lógico habían muchas esquinas, unas mas duras y llenas de humo que otras pero eran los territorios donde crecíamos bajo la mirada de los mayores y si era el caso se defendía a puño y pata sin el temor que el acero irrumpiera en la escena.

Que pasó con esos guapos que alardeaban con su vida.
Terminaron deshonrando el honor de nuestra esquina.
Ni siquiera el sobrenombre sobrevive en la avenida,
Le quitaron los colmillos, el collar y la leontina.

Traigo esto a colación pues da grima la manera en que crecen nuestros jóvenes de ahora, con códigos agresivos, sin inmutarse de nada, conviviendo con la muerte y armados cual caballeros medievales para saldar así cualquier afrenta.

fhmatanabalazos

Sardineles adornados con la sangre de los caídosNoticias - CaracolTV.com_1256172662916

Hachas medievales a la espera del impuro pa’hacerlo entrar en razón

Son páginas estas calles que se encogen con los años,
Escritas en un idioma que no entienden los extraños.
Nacimos de muchas madres pero aquí solo hay hermanos,
En mi calle la vida y la muerte bailan con la cerveza en la mano.
Soy de aquí de los que sobrevivieron.

El Heraldo_1246832217227

Textos anexos: Las Calles (autor: Ruben Blades)

Las calles de nuestros barrios nunca toman prisioneros,
quiebran al que no resiste sea local o sea extranjero.
Ahí la paciencia no existe con los que son majaderos,
cada víctima es culpable si cayó por traicionero.

Las tribus urbanas de antes tenían sus códigos y estos eran inviolables. Su no seguimiento al pie de la letra hacia que fueras desterrado de ese territorio defendido a capa y espada y del que nos sentíamos dueños, la esquina. Si cometías falta no jugabas cuando llevábamos ‘línea’ o no nos acompañabas cuando íbamos los sábados al bar de siempre a escuchar los mismos discos que cada fin de semana sonaban diferente.

Los padres confiaban en ese espacio y nos permitían andar con ‘los grandes’ pues sabían que esto hacia parte del proceso de crecimiento. Lógico habían muchas esquinas, unas mas duras y llenas de humo que otras pero eran los territorios donde crecíamos bajo la mirada de los mayores y si era el caso se defendía a puño y pata sin el temor que el acero irrumpiera en la escena.

Que pasó con esos guapos que alardeaban con su vida.
Terminaron deshonrando el honor de nuestra esquina.
Ni siquiera el sobrenombre sobrevive en la avenida,
Le quitaron los colmillos, el collar y la leontina.

Traigo esto a colación pues da grima la manera en que crecen nuestros jóvenes de ahora, con códigos agresivos, sin inmutarse de nada, conviviendo con la muerte y armados cual caballeros medievales para saldar así cualquier afrenta.

fhmatanabalazos

Sardineles adornados con la sangre de los caídosNoticias - CaracolTV.com_1256172662916

Hachas medievales a la espera del impuro pa’hacerlo entrar en razón

Son páginas estas calles que se encogen con los años,
Escritas en un idioma que no entienden los extraños.
Nacimos de muchas madres pero aquí solo hay hermanos,
En mi calle la vida y la muerte bailan con la cerveza en la mano.
Soy de aquí de los que sobrevivieron.

El Heraldo_1246832217227

Textos anexos: Las Calles (autor: Ruben Blades)

El viejo Efra, mi abuelo

Hoy recordé al viejo Efra, mi abuelo. Hoy cuando mis sueños caducaron por vencimientos de términos.

Alto, enjuto, vestido con pantalones holgados de dril color caqui y camisas patinadas de sudor y polvos. Ese era mi abuelo. Cuando niños nos levantábamos y corríamos al comedor que estaba a un costado del patio a desayunar. En una olla, el café con leche, a su lado el cucharón y el colador metálico de extraño diseño y que nunca nadie supo como llego a la casa de paja, nuestra casa. En el centro de la mesa estaba la bandeja con la pila de panes de sal. Panes pequeños, alargados, de miga tostada y suave; panes, que si no sabias tratarlos te estallaban en la mano. Él los abría y les aplicaba una capa de mantequilla. Después no sabíamos más de él hasta la otra mañana.

Al crecer, en compañía de mi abuela íbamos a visitarlo. Caminábamos barrios extraños, barrios de ricos. Convivíamos a ratos en caserones solos, con vestigios de buenas épocas. El abuelo trabajaba como celador de una empresa de bienes raíces. Con mi hermano, organizaba excursiones por todos los rincones y llegábamos llenos de trofeos a nuestra casa. Extraña costumbre heredada de nuestra abuela que en visitas a casa de patrones nos traía lo que desechaban y algunas otras cosas.

Al llegar Navidad, nuestra casa no se llenaba de festones, de musgos, ni de villancicos, tampoco pensábamos en regalos del niño Dios; desde que teníamos lo que llaman uso de razón veíamos como el comedor se invadía de conos de cartón, de esos en que venían entacados los hilos. Mi papá los acumulaba en un rincón de la Hilandería donde trabajaba y al llegar diciembre se los traía. El cortaba las hojas de los periódicos en octavos y con engrudo y una varilla de media hacia unas cañas que ponía a secar al sol.

A la vuelta de la casa había un taller de fotomecánica. En una de esas tardes, mientras las cañas se secaban, iba allá y volvía cargado de negativos que cortaba en tiras de medio centímetro de ancho y dos de largo.

Cuatro días antes de Nochebuena nos llevaban a la feria del juguete en la plaza de San Nicolás y nos instalaban en puestecitos robados al favor. A vender pitos de Nochebuena, en eso se convertía el engrudo, el cono, los papeles brillantes, el negativo y el soplar todo el día, en pitos de Navidad. Ahí empezó a morir esa inocencia que trata de mantener viva la publicidad. Soldaditos, cananas, cartucheras, balones, carros de lata y carretas se desprendieron de una vez de su antifaz de premio al pórtate bien y enseñaron los dientes de la cruda realidad, de esa realidad que no podía regalar bicicletas, carros de batería, pistolas de fulminantes o más de dos regalos de la extensa lista que siempre le escribíamos al niño Dios.

A veces, en rabias y enojos de abuelos, supe porque no lo veía a menudo. En sus tiempos libres, que con el tiempo era todo su tiempo, jugaba dados con otros como él o más vivos; perdía lo poco que ganaba igual que cuando jugaba ruleta. En las noches, llegaba y salía al mismo tiempo armado de un rústico banjo que rasgaba en noches de serenatas. En la mañana siguiente después de abrir los panes de sal y preparar el café intentaba recuperarse del trasnocho recostado en una mariapalito que acomodaba en el fondo más sombrío del patio.

Cuando enfermó, me dolía verlo vencido, con su vientre hinchado. A veces, cuando me sentía abría un ojo y me miraba triste, lloroso. Yo le tomaba la mano y sabía que así serian mis manos, de hacedor de ilusiones, de apostador a realidades.

El viejo Efra, mi abuelo

Hoy recordé al viejo Efra, mi abuelo. Hoy cuando mis sueños caducaron por vencimientos de términos.

Alto, enjuto, vestido con pantalones holgados de dril color caqui y camisas patinadas de sudor y polvos. Ese era mi abuelo. Cuando niños nos levantábamos y corríamos al comedor que estaba a un costado del patio a desayunar. En una olla, el café con leche, a su lado el cucharón y el colador metálico de extraño diseño y que nunca nadie supo como llego a la casa de paja, nuestra casa. En el centro de la mesa estaba la bandeja con la pila de panes de sal. Panes pequeños, alargados, de miga tostada y suave; panes, que si no sabias tratarlos te estallaban en la mano. Él los abría y les aplicaba una capa de mantequilla. Después no sabíamos más de él hasta la otra mañana.

Al crecer, en compañía de mi abuela íbamos a visitarlo. Caminábamos barrios extraños, barrios de ricos. Convivíamos a ratos en caserones solos, con vestigios de buenas épocas. El abuelo trabajaba como celador de una empresa de bienes raíces. Con mi hermano, organizaba excursiones por todos los rincones y llegábamos llenos de trofeos a nuestra casa. Extraña costumbre heredada de nuestra abuela que en visitas a casa de patrones nos traía lo que desechaban y algunas otras cosas.

Al llegar Navidad, nuestra casa no se llenaba de festones, de musgos, ni de villancicos, tampoco pensábamos en regalos del niño Dios; desde que teníamos lo que llaman uso de razón veíamos como el comedor se invadía de conos de cartón, de esos en que venían entacados los hilos. Mi papá los acumulaba en un rincón de la Hilandería donde trabajaba y al llegar diciembre se los traía. El cortaba las hojas de los periódicos en octavos y con engrudo y una varilla de media hacia unas cañas que ponía a secar al sol.

A la vuelta de la casa había un taller de fotomecánica. En una de esas tardes, mientras las cañas se secaban, iba allá y volvía cargado de negativos que cortaba en tiras de medio centímetro de ancho y dos de largo.

Cuatro días antes de Nochebuena nos llevaban a la feria del juguete en la plaza de San Nicolás y nos instalaban en puestecitos robados al favor. A vender pitos de Nochebuena, en eso se convertía el engrudo, el cono, los papeles brillantes, el negativo y el soplar todo el día, en pitos de Navidad. Ahí empezó a morir esa inocencia que trata de mantener viva la publicidad. Soldaditos, cananas, cartucheras, balones, carros de lata y carretas se desprendieron de una vez de su antifaz de premio al pórtate bien y enseñaron los dientes de la cruda realidad, de esa realidad que no podía regalar bicicletas, carros de batería, pistolas de fulminantes o más de dos regalos de la extensa lista que siempre le escribíamos al niño Dios.

A veces, en rabias y enojos de abuelos, supe porque no lo veía a menudo. En sus tiempos libres, que con el tiempo era todo su tiempo, jugaba dados con otros como él o más vivos; perdía lo poco que ganaba igual que cuando jugaba ruleta. En las noches, llegaba y salía al mismo tiempo armado de un rústico banjo que rasgaba en noches de serenatas. En la mañana siguiente después de abrir los panes de sal y preparar el café intentaba recuperarse del trasnocho recostado en una mariapalito que acomodaba en el fondo más sombrío del patio.

Cuando enfermó, me dolía verlo vencido, con su vientre hinchado. A veces, cuando me sentía abría un ojo y me miraba triste, lloroso. Yo le tomaba la mano y sabía que así serian mis manos, de hacedor de ilusiones, de apostador a realidades.