Manada de uno

21 diciembre 2006

En días pasados, se programo una reunión de bloggers barranquilleros - Barranquilla Bloggers Meeting - en Luna Abril. Según los comentarios fue todo un éxito. Asistieron catorce bloggers que departieron e intercambiaron bits y megas a la lata. Y aunque no pude asistir me alegro por el éxito obtenido. Será en otra ocasión.

Gracias a costennita por el dato y la invitación

Manada de uno

En días pasados, se programo una reunión de bloggers barranquilleros - Barranquilla Bloggers Meeting - en Luna Abril. Según los comentarios fue todo un éxito. Asistieron catorce bloggers que departieron e intercambiaron bits y megas a la lata. Y aunque no pude asistir me alegro por el éxito obtenido. Será en otra ocasión.

Gracias a costennita por el dato y la invitación

Buscando a Quilla II

18 diciembre 2006

El anterior texto, Buscando a B/quilla, fue enviado a varios amigos con el fin de conocer su opinión y con la respuesta enviada por ellos se disiparon algunas dudas y se originaron otras.

Ahora se que el otro año cumple 150 años de haber sido erigida como ciudad; y que igual que cualquier botica nuestro entorno esta colmado de piratas y filibusteros, de oidores y palabreros, de marionetas y muñecos, de pirómanos y pirobos, de anarcos y narcos, y por siempre será un vividero – tierra de vivos - a pesar que muchos la consideramos un sobrevividero.

Buscando a Quilla II

El anterior texto, Buscando a B/quilla, fue enviado a varios amigos con el fin de conocer su opinión y con la respuesta enviada por ellos se disiparon algunas dudas y se originaron otras.

Ahora se que el otro año cumple 150 años de haber sido erigida como ciudad; y que igual que cualquier botica nuestro entorno esta colmado de piratas y filibusteros, de oidores y palabreros, de marionetas y muñecos, de pirómanos y pirobos, de anarcos y narcos, y por siempre será un vividero – tierra de vivos - a pesar que muchos la consideramos un sobrevividero.

Buscando a Quilla

¿Donde esta la verdadera historia de la ciudad de Barranquilla? En un anaquel oculto en La Cueva, o enterrada en los patios de la casa donde funciona El Museo Romántico? O quizás en el Archivo Histórico del Departamento del Atlántico o …donde?

Porque lo que uno creía ya no es, lo que le enseñaron los abuelos – basados en su percepción personal – tampoco tiene validez. Y cuando uno lanza una teoría sobre cualquier tópico urbano que atañe a la ciudad los depositarios de la verdad saltan enseguida a corregirnos, a ilustrarnos, a demostrarnos que esto no es así sino asa.

Entonces queridos amigos ya es hora que conformemos un frente común que obligue a los iluminados a que nos enseñen la historia de nuestra ciudad, la verdadera, la no escrita para que no pequemos de ilusos.

Porque ya no somos los pacifistas de siempre, ni los dueños del carnaval, sus batallas y sus dioses, ni los inventores de la bola’etrapo ni del juego de chequita y los picó, tampoco nos craneamos el tutti-fruti - que nos venden ahora sus nuevos dueños como salpicón - ni la bola’euñita, ni la vara de premio ni las cebollitas – dos cocas de barro con un centro de pólvora envueltas en papel de cebolla y que al reventar contra el piso estallaban – ni el pan árabe la empanada o el quibe, ni el arroz de lisa y el mango biche; tampoco impusimos los mocasines sin media, las medias blancas y las cotizas para bailar cumbia, ni el ron blanco a pico’ebotella ni las lucas, ni las barras – como moneda circulante de un Caribe financiero – Entonces que hemos hecho en estos 193 años de haber sido erigidos en villa (¿Porque si nos erigieron en villa, verdad?)

Buscando a Quilla

¿Donde esta la verdadera historia de la ciudad de Barranquilla? En un anaquel oculto en La Cueva, o enterrada en los patios de la casa donde funciona El Museo Romántico? O quizás en el Archivo Histórico del Departamento del Atlántico o …donde?

Porque lo que uno creía ya no es, lo que le enseñaron los abuelos – basados en su percepción personal – tampoco tiene validez. Y cuando uno lanza una teoría sobre cualquier tópico urbano que atañe a la ciudad los depositarios de la verdad saltan enseguida a corregirnos, a ilustrarnos, a demostrarnos que esto no es así sino asa.

Entonces queridos amigos ya es hora que conformemos un frente común que obligue a los iluminados a que nos enseñen la historia de nuestra ciudad, la verdadera, la no escrita para que no pequemos de ilusos.

Porque ya no somos los pacifistas de siempre, ni los dueños del carnaval, sus batallas y sus dioses, ni los inventores de la bola’etrapo ni del juego de chequita y los picó, tampoco nos craneamos el tutti-fruti - que nos venden ahora sus nuevos dueños como salpicón - ni la bola’euñita, ni la vara de premio ni las cebollitas – dos cocas de barro con un centro de pólvora envueltas en papel de cebolla y que al reventar contra el piso estallaban – ni el pan árabe la empanada o el quibe, ni el arroz de lisa y el mango biche; tampoco impusimos los mocasines sin media, las medias blancas y las cotizas para bailar cumbia, ni el ron blanco a pico’ebotella ni las lucas, ni las barras – como moneda circulante de un Caribe financiero – Entonces que hemos hecho en estos 193 años de haber sido erigidos en villa (¿Porque si nos erigieron en villa, verdad?)

cuentobreve remitido por el autor del libro, UNA MOSCA QUE NO DEJA DORMIR, Carlos De la Hoz y que hace parte del mismo libro. Por considerarlo de interés general se publica.

Manuel Cobo, escritor de ficciones breves

Manuel Cobo, escritor de ficciones breves, baja de su buhardilla para comprar cigarros en la tienda de la esquina. Como sólo piensa estar afuera unos pocos minutos, no juzga necesario cerrar la ventana.

La tarde es fresca, apacible, sin ruidos que perturben su trabajo, y Cobo piensa que cuando regrese podrá terminar por fin esa historia en la que trabaja desde hace un par de semanas. En verdad, resta poco: ajustar apenas unas cuantas palabras a las que no le encuentra fuerza y decidirse sobre colocar una que otra coma, detalles que él suele sortear sin dificultad. La certeza de que esta vez también podrá hacerlo cuando regrese, tiene feliz a Cobo, quien en este momento baja los escalones de uno en uno y con una sonrisa de satisfacción.

Pero durante su ausencia una repentina ventolera penetra por la ventana en la pequeña estancia y levanta de la mesa las hojas de papel, el bolígrafo de tinta negra, el lápiz, el borrador y hasta el pequeño diccionario de latín que Cobo conserva desde su juventud.

He aquí lo que, en un pausado pero doloroso inventario, alcanzan a ver los ojos asombrados de este escritor de ficciones breves una vez abre la puerta de su buhardilla: en un rincón de la sala, el rostro melancólico del personaje de su historia, más allá, cerca al cajón de sus queridos discos, la palabra consuelo, debajo de una silla el verbo recordar, y en la maceta de la incipiente planta de anturio, revuelta con la tierra mojada, solitaria y como aterida, la sílaba tras. Desperdigados por el suelo, también una miríada de pequeños fragmentos de palabras, letras y signos útiles para la escritura.

Cobo es un escritor serio, pero no es un hombre que se deje afectar con facilidad por aquello que es trascendental apenas en apariencia. Así que, después de reponerse de la perplejidad en que por unos momentos lo tuvo sumido aquella contemplación, se agacha y comienza a recoger los retazos de su historia y a ponerlos con extremo cuidado sobre la mesa vacía de objetos. Ejecuta esa tarea con lentitud, con meticuloso cuidado. Sus manos tiemblan, pero no vaya a pensar el lector que es a causa de los nervios o de la expectación por rearmar su historia. No: Cobo es un bebedor empedernido, y para colmo de males, se alimenta y duerme mal. Tal vez por eso ha tardado tanto en darle siquiera forma a la primera línea de su cuento. Ha intentado en una, en dos y tres oportunidades, pero las palabras siguen sin alcanzar el orden que él les había terminado de dar hace apenas unos momentos, antes de que bajara a buscar cigarros a la tienda de la esquina.

Pasado un tiempo vano, se da cuenta, entonces, de que es una tarea prácticamente imposible, pues son en verdad innumerables los fragmentos regados acá y allá. Sonríe con desencanto, se lleva las manos a la cabeza y piensa que en otras circunstancias hubiera tenido que escuchar la sostenida perorata de su mujer, que es una obsesa del orden y la limpieza. Pero ella no se encuentra allí, y Cobo, resignado ya a que tendrá que volver a sentarse y a comenzar la historia de nuevo, de una fuerte manotada en la mesa hace caer lo que hasta ahora había conseguido levantar del suelo.

Finalmente, mientras se dispone a recoger el rimero de palabras –– que se ha mezclado con hojas secas, colillas y cabellos de su mujer –– y tirarlo al bote de la basura, Cobo piensa con nostalgia en ese personaje de ojos tristes que, abandonado en el rincón de la sala, parecía implorarle que le permitiera llegar con vida al final de la historia.

EL AUTOR:
Carlos de la Hoz, Barranquilla, 1966. Educador y Tallerista Literario. Miembro de la Revista Taller Luna y Sol. En la década de los noventa, las revistas Contracarreta, Laberintos y Aude publicaron sus primeros textos.


cuentobreve remitido por el autor del libro, UNA MOSCA QUE NO DEJA DORMIR, Carlos De la Hoz y que hace parte del mismo libro. Por considerarlo de interés general se publica.

Manuel Cobo, escritor de ficciones breves

Manuel Cobo, escritor de ficciones breves, baja de su buhardilla para comprar cigarros en la tienda de la esquina. Como sólo piensa estar afuera unos pocos minutos, no juzga necesario cerrar la ventana.

La tarde es fresca, apacible, sin ruidos que perturben su trabajo, y Cobo piensa que cuando regrese podrá terminar por fin esa historia en la que trabaja desde hace un par de semanas. En verdad, resta poco: ajustar apenas unas cuantas palabras a las que no le encuentra fuerza y decidirse sobre colocar una que otra coma, detalles que él suele sortear sin dificultad. La certeza de que esta vez también podrá hacerlo cuando regrese, tiene feliz a Cobo, quien en este momento baja los escalones de uno en uno y con una sonrisa de satisfacción.

Pero durante su ausencia una repentina ventolera penetra por la ventana en la pequeña estancia y levanta de la mesa las hojas de papel, el bolígrafo de tinta negra, el lápiz, el borrador y hasta el pequeño diccionario de latín que Cobo conserva desde su juventud.

He aquí lo que, en un pausado pero doloroso inventario, alcanzan a ver los ojos asombrados de este escritor de ficciones breves una vez abre la puerta de su buhardilla: en un rincón de la sala, el rostro melancólico del personaje de su historia, más allá, cerca al cajón de sus queridos discos, la palabra consuelo, debajo de una silla el verbo recordar, y en la maceta de la incipiente planta de anturio, revuelta con la tierra mojada, solitaria y como aterida, la sílaba tras. Desperdigados por el suelo, también una miríada de pequeños fragmentos de palabras, letras y signos útiles para la escritura.

Cobo es un escritor serio, pero no es un hombre que se deje afectar con facilidad por aquello que es trascendental apenas en apariencia. Así que, después de reponerse de la perplejidad en que por unos momentos lo tuvo sumido aquella contemplación, se agacha y comienza a recoger los retazos de su historia y a ponerlos con extremo cuidado sobre la mesa vacía de objetos. Ejecuta esa tarea con lentitud, con meticuloso cuidado. Sus manos tiemblan, pero no vaya a pensar el lector que es a causa de los nervios o de la expectación por rearmar su historia. No: Cobo es un bebedor empedernido, y para colmo de males, se alimenta y duerme mal. Tal vez por eso ha tardado tanto en darle siquiera forma a la primera línea de su cuento. Ha intentado en una, en dos y tres oportunidades, pero las palabras siguen sin alcanzar el orden que él les había terminado de dar hace apenas unos momentos, antes de que bajara a buscar cigarros a la tienda de la esquina.

Pasado un tiempo vano, se da cuenta, entonces, de que es una tarea prácticamente imposible, pues son en verdad innumerables los fragmentos regados acá y allá. Sonríe con desencanto, se lleva las manos a la cabeza y piensa que en otras circunstancias hubiera tenido que escuchar la sostenida perorata de su mujer, que es una obsesa del orden y la limpieza. Pero ella no se encuentra allí, y Cobo, resignado ya a que tendrá que volver a sentarse y a comenzar la historia de nuevo, de una fuerte manotada en la mesa hace caer lo que hasta ahora había conseguido levantar del suelo.

Finalmente, mientras se dispone a recoger el rimero de palabras –– que se ha mezclado con hojas secas, colillas y cabellos de su mujer –– y tirarlo al bote de la basura, Cobo piensa con nostalgia en ese personaje de ojos tristes que, abandonado en el rincón de la sala, parecía implorarle que le permitiera llegar con vida al final de la historia.

EL AUTOR:
Carlos de la Hoz, Barranquilla, 1966. Educador y Tallerista Literario. Miembro de la Revista Taller Luna y Sol. En la década de los noventa, las revistas Contracarreta, Laberintos y Aude publicaron sus primeros textos.


ACTUALIZAR LA ORIGINAL FIESTA DE CARNAVAL

08 diciembre 2006

La siguiente propuesta fue enviada por Hugo Rafael González Montalvo. Es una propuesta a considerar ya que el único interés que prima en ella es lograr la dinamización de nuestras carnestolendas. Se publica por considerarla de interés general.

ACTUALIZAR LA ORIGINAL FIESTA DE CARNAVAL
Propuesta de Ciudadelas de Carnaval.

La propuesta es sencilla, consiste en actualizar la original fiesta de carnaval de Barranquilla. Revivir el modelo carnavalesco en varias cuadras de algunos barrios tradicionales de la ciudad.

SUSTENTACIÓN

Según los estudiosos, han existido diferentes modelos de espectáculo a través de la historia. Veamos con brevedad los pertinentes a esta nota.

El Modelo Carnavalesco de Espectáculo

El espectáculo carnavalesco es el propio de la fiesta popular y es el más antiguo que se conoce. Ya los griegos lo celebraban hace 3.100 años. Quien mira es también cuerpo que se exhibe. En el carnaval puedo exhibir sin restricciones mi cuerpo transformado, disfrazado y simultáneamente observar el de los demás. El espacio público se ofrece sin divisiones ni clausura. Cada alegre participante intercala constantemente sus roles de actor y espectador. Es el tiempo para la danza, el gesto atrevido, la palabra picante y los objetos extravagantes. El cuerpo tiene licencia para seducir, el ojo para desear, la locura es permitida. El disfraz nombra lo que falta, lo prohibido, lo ansiado, lo reprimido se libera.

El espacio por excelencia del Modelo de Espectáculo Carnavalesco es la calle, la plaza. Ahí no hay posibilidad de establecer un punto de vista privilegiado. Quien mira, en su desplazamiento constante, sabe que su visión del carnaval es parcial, fragmentaria y azarosa. En el carnaval no hay certeza, la propiedad (de la mirada, del deseo, del cuerpo, de la palabra o del espacio) es ilegítima. Quien quiera apropiarse de la diversión viola las reglas de juego. En el carnaval nadie debe perder. El carnaval en su esencia es un ejercicio de libertad, cada cual elige un trayecto entre los infinitos posibles. Es una invitación a que a todos participen del des-orden. Un ejemplo de espectáculo de carnaval, que aún se conserva auténtico, es el tradicional carnaval de Venecia; en nuestro entorno se preserva, cuando se celebran en las plazas y calles los fandangos, las comparsas y las verbenas populares.

El Modelo de Desfile.

Los desfiles, las paradas o marchas militares, como sabemos, son espectáculos itinerantes, transitan por un escenario clausurado. Impone establecer límites en el espacio. Detrás de la barrera la población excluida se convierte en el público espectador. Allí no puede intercambiar su rol. Los organizadores pueden decidir el recorrido del desfile y quienes pueden recorrerlo. El desfile de las escuelas de samba del carnaval de Río de Janeiro, es un ejemplo de este modelo. Se pasó de la espontánea celebración de los barrios populares al comercial sambódromo, donde el desfile se reduce a un espectáculo para la televisión.

El Modelo Carnavalesco en las carnestolendas de Barranquilla.

Se puede afirmar que en las carnestolendas de Barranquilla, hasta principios del siglo XX, predominaba el modelo carnavalesco. Se presentaban, aisladas o mezcladas, manifestaciones festivas de origen popular urbano y las provenientes de las riberas fluviales de la región. Músicos y coreografías tenían libertad de movimientos en un amplio espacio público de la ciudad, dos condiciones indispensables para realizar el juego de carnaval. En efecto sabemos que en lugares como "La Plaza 7 de Abril", "El Barrio de Abajo", "La Esquina del "Cañón Verde", "La Calle de las Vacas", "La Plaza de la Aduana" "La Plaza de San Nicolás etc. Se presentaban, circulaban o deambulaban "Los Asaltos", "Las Guachernas", "Los Salones Burreros", "La Vara Santa", "Las Rondas de Cumbiambas", "La Lectura del Bando", "La Conquista", "El Entierro de Joselito", "Las Verbenas Populares", "Las Danzas de Relación","Las Letanías", "Las Comedias".

Un nuevo modelo en las carnestolendas de Barranquilla.

El modelo de carnavalesco predominaba en Barranquilla hasta 1903, en ese año parte de las fiestas de carnaval que se realizaban en los salones del "Club Barranquilla" se trasladan a la calle, adicionando el sábado a las carnestolendas locales. Para su presentación pública se opta por el modelo del desfile, la " Batalla de Flores". La procesión de coches se convierte en parte integral del carnaval de la calle. Transitan adornados, exhibiendo una estética de marcada influencia europea. Por instantes algunos espectadores de origen popular se sienten como unos extraños en su propio patio.

Con el crecimiento de la población aumenta el deseo de ver. Se exacerba la competencia entre quienes quieren ver mejor el espectáculo. El desfile como oportunidad para divertirse adquiere un gran valor social. Se establece el derecho de admisión para observar el desfile. Se instalan palcos. Las circunstancias nuevas van convirtiendo, sin que se pueda controlar, a los desfiles de carnaval en una excelente fuente de lucro. Hoy la vía cuarenta es insuficiente para albergar a la numerosa masa que se precipita a verlo. ”No hay cama pa´ tanta gente”. Sabemos de la preocupación de la ciudadanía por resolver esta dificultad. Algunos entusiastas, buscando una solución, realizan una procesión parecida en otra vía, pero solo han conseguido, repitiendo el modelo, repetir la dificultad. Otros han propuesto un “cumbiódromo”, que no es otra cosa que una adaptación del desfile comercial del carnaval de Río de Janeiro. Sería el olvido definitivo del modelo original de espectáculo carnavalesco.

Alternativa

Con el ánimo de ampliar la participación popular en el carnaval se propone que se realicen unas Zonas Carnavaleras o Ciudadelas del Carnaval en determinadas cuadras, avenidas, bulevares, plazas o parques engalanados y decorados para el efecto. En ellas se restablecería el modelo de espectáculo carnavalesco y se distribuiría por toda la ciudad el creciente público ansioso por divertirse. Serían fiestas al aire libre, donde la población pueda jugar al carnaval. La gente, con sus propios disfraces, podría deambular en un espacio sin barreras. Cada uno participaría como espectáculo y espectador del carnaval. En las zonas carnavaleras habría una circulación permanente de monocucos, marimondas y toritos para asombro y deleite de los turistas. La calle sería un espontáneo escenario con bailes, orquestas y comparsas. Una ocasión para que los barranquilleros exterioricen su imaginación y su creatividad. Las ciudadelas serían una alternativa para que el carnaval sea notoriamente diferente cada año. Un ejemplo de organización similar, que produce excelentes resultados turísticos, se puede mencionar el barrio San Telmo de Buenos Aires.

Algunos habitantes del Barrio Abajo, proponen su vecindad como un lugar apropiado para dar inicio a este experimento que integraría armónicamente lo emergente con lo tradicional. Las razones para la postulación son muchas, entre ellas las condiciones favorables que posee: su excelente ubicación, la memoria histórica que conservan sus residentes, su peculiar arquitectura, la complejidad social de las diversas actividades que ahí se desarrollan, la presencia de gran cantidad de artistas y grupos folklóricos entre sus moradores, su espíritu carnavalero, el sentido de vecindad que conservan, prueba de ello es la experiencia exitosa de la comparsa “ La Rebelión de las Autenticas Marimondas del Barrio Abajo”. De hecho ya se han realizado algunos ensayos de esta idea que indican su factibilidad como los verificados en algunas calles del barrio en febrero 15 y marzo 3 de 2003 por la Red Cultural Caribanía, de la cual yo hice parte como uno de los coordinadores. La decisión final está en la mente y en la voluntad colectiva de sus habitantes y también del apoyo que reciban del resto de la ciudadanía barranquillera.


Documento redactado en el 2002 reelaborado en octubre de 2006.

La siguiente propuesta fue enviada por Hugo Rafael González Montalvo. Es una propuesta a considerar ya que el único interés que prima en ella es lograr la dinamización de nuestras carnestolendas. Se publica por considerarla de interés general.

ACTUALIZAR LA ORIGINAL FIESTA DE CARNAVAL
Propuesta de Ciudadelas de Carnaval.

La propuesta es sencilla, consiste en actualizar la original fiesta de carnaval de Barranquilla. Revivir el modelo carnavalesco en varias cuadras de algunos barrios tradicionales de la ciudad.

SUSTENTACIÓN

Según los estudiosos, han existido diferentes modelos de espectáculo a través de la historia. Veamos con brevedad los pertinentes a esta nota.

El Modelo Carnavalesco de Espectáculo

El espectáculo carnavalesco es el propio de la fiesta popular y es el más antiguo que se conoce. Ya los griegos lo celebraban hace 3.100 años. Quien mira es también cuerpo que se exhibe. En el carnaval puedo exhibir sin restricciones mi cuerpo transformado, disfrazado y simultáneamente observar el de los demás. El espacio público se ofrece sin divisiones ni clausura. Cada alegre participante intercala constantemente sus roles de actor y espectador. Es el tiempo para la danza, el gesto atrevido, la palabra picante y los objetos extravagantes. El cuerpo tiene licencia para seducir, el ojo para desear, la locura es permitida. El disfraz nombra lo que falta, lo prohibido, lo ansiado, lo reprimido se libera.

El espacio por excelencia del Modelo de Espectáculo Carnavalesco es la calle, la plaza. Ahí no hay posibilidad de establecer un punto de vista privilegiado. Quien mira, en su desplazamiento constante, sabe que su visión del carnaval es parcial, fragmentaria y azarosa. En el carnaval no hay certeza, la propiedad (de la mirada, del deseo, del cuerpo, de la palabra o del espacio) es ilegítima. Quien quiera apropiarse de la diversión viola las reglas de juego. En el carnaval nadie debe perder. El carnaval en su esencia es un ejercicio de libertad, cada cual elige un trayecto entre los infinitos posibles. Es una invitación a que a todos participen del des-orden. Un ejemplo de espectáculo de carnaval, que aún se conserva auténtico, es el tradicional carnaval de Venecia; en nuestro entorno se preserva, cuando se celebran en las plazas y calles los fandangos, las comparsas y las verbenas populares.

El Modelo de Desfile.

Los desfiles, las paradas o marchas militares, como sabemos, son espectáculos itinerantes, transitan por un escenario clausurado. Impone establecer límites en el espacio. Detrás de la barrera la población excluida se convierte en el público espectador. Allí no puede intercambiar su rol. Los organizadores pueden decidir el recorrido del desfile y quienes pueden recorrerlo. El desfile de las escuelas de samba del carnaval de Río de Janeiro, es un ejemplo de este modelo. Se pasó de la espontánea celebración de los barrios populares al comercial sambódromo, donde el desfile se reduce a un espectáculo para la televisión.

El Modelo Carnavalesco en las carnestolendas de Barranquilla.

Se puede afirmar que en las carnestolendas de Barranquilla, hasta principios del siglo XX, predominaba el modelo carnavalesco. Se presentaban, aisladas o mezcladas, manifestaciones festivas de origen popular urbano y las provenientes de las riberas fluviales de la región. Músicos y coreografías tenían libertad de movimientos en un amplio espacio público de la ciudad, dos condiciones indispensables para realizar el juego de carnaval. En efecto sabemos que en lugares como "La Plaza 7 de Abril", "El Barrio de Abajo", "La Esquina del "Cañón Verde", "La Calle de las Vacas", "La Plaza de la Aduana" "La Plaza de San Nicolás etc. Se presentaban, circulaban o deambulaban "Los Asaltos", "Las Guachernas", "Los Salones Burreros", "La Vara Santa", "Las Rondas de Cumbiambas", "La Lectura del Bando", "La Conquista", "El Entierro de Joselito", "Las Verbenas Populares", "Las Danzas de Relación","Las Letanías", "Las Comedias".

Un nuevo modelo en las carnestolendas de Barranquilla.

El modelo de carnavalesco predominaba en Barranquilla hasta 1903, en ese año parte de las fiestas de carnaval que se realizaban en los salones del "Club Barranquilla" se trasladan a la calle, adicionando el sábado a las carnestolendas locales. Para su presentación pública se opta por el modelo del desfile, la " Batalla de Flores". La procesión de coches se convierte en parte integral del carnaval de la calle. Transitan adornados, exhibiendo una estética de marcada influencia europea. Por instantes algunos espectadores de origen popular se sienten como unos extraños en su propio patio.

Con el crecimiento de la población aumenta el deseo de ver. Se exacerba la competencia entre quienes quieren ver mejor el espectáculo. El desfile como oportunidad para divertirse adquiere un gran valor social. Se establece el derecho de admisión para observar el desfile. Se instalan palcos. Las circunstancias nuevas van convirtiendo, sin que se pueda controlar, a los desfiles de carnaval en una excelente fuente de lucro. Hoy la vía cuarenta es insuficiente para albergar a la numerosa masa que se precipita a verlo. ”No hay cama pa´ tanta gente”. Sabemos de la preocupación de la ciudadanía por resolver esta dificultad. Algunos entusiastas, buscando una solución, realizan una procesión parecida en otra vía, pero solo han conseguido, repitiendo el modelo, repetir la dificultad. Otros han propuesto un “cumbiódromo”, que no es otra cosa que una adaptación del desfile comercial del carnaval de Río de Janeiro. Sería el olvido definitivo del modelo original de espectáculo carnavalesco.

Alternativa

Con el ánimo de ampliar la participación popular en el carnaval se propone que se realicen unas Zonas Carnavaleras o Ciudadelas del Carnaval en determinadas cuadras, avenidas, bulevares, plazas o parques engalanados y decorados para el efecto. En ellas se restablecería el modelo de espectáculo carnavalesco y se distribuiría por toda la ciudad el creciente público ansioso por divertirse. Serían fiestas al aire libre, donde la población pueda jugar al carnaval. La gente, con sus propios disfraces, podría deambular en un espacio sin barreras. Cada uno participaría como espectáculo y espectador del carnaval. En las zonas carnavaleras habría una circulación permanente de monocucos, marimondas y toritos para asombro y deleite de los turistas. La calle sería un espontáneo escenario con bailes, orquestas y comparsas. Una ocasión para que los barranquilleros exterioricen su imaginación y su creatividad. Las ciudadelas serían una alternativa para que el carnaval sea notoriamente diferente cada año. Un ejemplo de organización similar, que produce excelentes resultados turísticos, se puede mencionar el barrio San Telmo de Buenos Aires.

Algunos habitantes del Barrio Abajo, proponen su vecindad como un lugar apropiado para dar inicio a este experimento que integraría armónicamente lo emergente con lo tradicional. Las razones para la postulación son muchas, entre ellas las condiciones favorables que posee: su excelente ubicación, la memoria histórica que conservan sus residentes, su peculiar arquitectura, la complejidad social de las diversas actividades que ahí se desarrollan, la presencia de gran cantidad de artistas y grupos folklóricos entre sus moradores, su espíritu carnavalero, el sentido de vecindad que conservan, prueba de ello es la experiencia exitosa de la comparsa “ La Rebelión de las Autenticas Marimondas del Barrio Abajo”. De hecho ya se han realizado algunos ensayos de esta idea que indican su factibilidad como los verificados en algunas calles del barrio en febrero 15 y marzo 3 de 2003 por la Red Cultural Caribanía, de la cual yo hice parte como uno de los coordinadores. La decisión final está en la mente y en la voluntad colectiva de sus habitantes y también del apoyo que reciban del resto de la ciudadanía barranquillera.


Documento redactado en el 2002 reelaborado en octubre de 2006.