A propósito de Bolardos

11 diciembre 2005

I

Moda es moda. Los comerciantes de cualquier índole, salud, moda, sistemas y otros, comercializadores y mercachifles parecen seguir este dogma al pie de la letra (creo que lo anterior es un pleonasmo) Cuando un presidente nos embarco en un neoliberalismo tropical muchos “quebraron” por la intrusión de mercados extranjeros subvencionados y demás; luego el declive de la economía que nos dejo el proceso 8000, otro resto se arropo con o sin razón en esto y se declararon inopes.

Inclusive muchos de ellos emigraron a otras tierras donde el ingreso por lavar platos y www.c (así lo diseñó un amigo) era mas remunerativo que lo que ellos le cancelaban a las muchachas del servicio y con la ventaja que allá nadie los veía.

Hoy vuelven a rasgarse las vestiduras. Por la llegada de los bolardos, utilizados en cualquier país del mundo –de los que ellos mismos llaman ‘civilizados’- para demarcar espacios de uso publico y de utilidad general que no particular, han puesto el grito en el cielo. Ya los veintitantos clientes por hora que visitaban sus negocios no legaran. Diciembre y el resto del nuevo año se les daño. No tendrán las ventas astronómicas que pensaban tener. Que vaina.

II

Hagamos recorderis. La concesión que empezó a recuperar el espacio publico –por donde estaba menos contaminado y era rescatable para que no siguiera su deterioro- nos dejo una calle modelo (Carrera 53 entre calle 70 y 72) con espacios de parqueo delimitados, parquímetros, rediseño de andenes y creación de zonas verdes.

¿Pero que hizo la actual administración apenas asumió el poder? Aupada por los áulicos de micrófonos y letras, -zánganos del erario publico en lo referente a publicidad- tomo una ‘mona’ y destruyo propiedad privada, deterioró equipos y coloco al distrito ad portas de una demanda millonaria.

III

Hoy la película es la misma. Retoman lo que destruyeron e intentan embarcar a la ciudad en un caos demarcado por bolardos como un intento de recuperar espacios públicos ya perdidos por el uso y el abuso. Sin una planificación –pareciera- y a unos costos que no han hecho publico. Ojala esta iniciativa retome la senda correcta. Que beneficie no solo a unos cuantos sino a la ciudadanía entera y las nuevas administraciones no se tomen fotos destruyendo lo ya hecho –como niños mimados destruyendo los pasteles de lodo ante la imposibilidad de comérselos- sino que continúen la labor ya iniciada.

¿Los bolardos de ahora tienen el mismo costo de los anteriores?

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