La vida cotidiana

17 noviembre 2019

Hoy comienzo el día de ayer
con palabras y con deseos:
ya los zapatos tienen polvo
de mañana: sin excepción
los actos se me vuelven huellas.

Vemos al ciervo y hasta a veces
llega a beber en nuestras manos,
pero la sed se le hace vieja
como un abuelo entre los labios.

Somos del hoy, mas lo que hacemos
pertenece al pasado, somos
la fuente que se queda: el agua,
quiero decir, la vida, pasa.

A mi oído llegan las voces
que mañana diré, mañana:
la suerte mía de callar
con la palabra de otro día.

Si se lanzara el sueño al aire
como unos brazos, si una red
—del ayer a lo que seremos—
nos circundara! Pero todo,
todo lo que hago es ya pasado.

Ahora yo que soy recuerdo
me miro adentro y huelo a solo,
y muy vagamente distingo
al abuelo que está en mi rostro.


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