Bueno con el buzón lleno de tarjetas hechas en pouerpoin, con imágenes divinas y musica de fondo, tarjetas de las otras; con mensajes reciclados porque me pareció bonita la frase o el mensaje o por flojera me contagie; por eso paso también a desearles unas felices fiestas – que a la larga eso es lo que son – que algunos las sazonan con arbolitos y luces, con papanoeles y novenas como parte del juego.
Primero demos gracias a todas aquellas personas que hasta el momento de escribir estas líneas no han enviado cajas de galletas de navidad; gracias porque la instalación no ha vuelto a quemar ningún foquito y el blaky se acostumbro al palo ese en la sala.
Segundo, pidamos todos en esta novena para que el señor Hoenigsberg – nuestro alcalde – tenga el tiempo suficiente para presentar a la comunidad su balance de gestión; para que las obras que se emprenden tengan una excelente interventoría; que en Barranquilla haya interventores; que los interventores no se vendan; que el otro año se destituya a los concejales que faltaron.
Es jodido saber que gracias a la inoperancia del distrito por acometer las obras de la calle 30 por donde pasa uno de nuestros arroyos, logro develar que el colector de aguas negras que venia del barrio Manuela Beltrán estaba a punto de colapsar y de paso su filtración había erosionado el terreno generando con la ayuda del arroyo un cipote hueco.
Pidamos también porque el otro año y todos los venideros tengamos seguridad; pero no de esa seguridad que cacarean los encargados de velar por ella, que según las estadísticas el porcentaje de muertos comparado con la de los años setenta ha bajado en mas del 60% y comprada con la del año anterior estamos en la media. No señor director de policía, por ahí no es la cosa, la cuestión no es de estadísticas, no es de muertos restados o sumados en este u otro periodo; no, por ahí no es la cosa, es la sensación de inseguridad que te acompaña al salir de tu casa, el temor ante el ruido de las motos que te intimidan, que te anuncian el frió cañón de un arma pidiéndote tus pertenencias, tu celular, tu reloj, tu cartera.
Es el temor a sacar tu plata de un cajero a sabiendas que mil ojos están a la espera que espabiles para birlártela; es el no confiar en el cajero de tu banco, en tu banco, en la muchacha que te sonríe provocadora con sus senos maquillados de burundanga; es el no poderte sentarte en la puerta y tener que participar obligado en las llamadas ruletas de los motociclistas que sin mediar entran a tu espacio y huyen con lo que sea.
Es eso señor Alcalde, director de la Policía a lo que nos referimos.
Tercero, roguemos, hagamos peregrinación, tiremos los caracoles o invoquemos un santo – – para que el próximo alcalde no repita mirando por el retrovisor los errores de este o peor, que los amplié.