Barranquijazz a la calle 08

16 septiembre 2008

Y paso BARRANQUIJAZZ08 cual huracán dejando inquietudes y nuevas experiencias sonoras en quienes pudieron asistir a sus amenas veladas. Estas son mis impresiones de los espectáculos a los cuales pude asistir.

Imagen013 LO DEL JUEVES. El primer día bueno. Buen sol y público expectante. Abrió Liliana De la Rosa y su grupo de jazz (Montería - Córdoba) con una propuesta limpia haciendo simbiosis entre lo clásico y lo folk (lo del patio, lo que hace Arnedo y otros). Interesante, aunque a mi parecer hubo algunas entradas que chocaban pero luego me manifestaron que la idea es esa, separar un bloque musical de otro y que no pareciera continuo. Bueno, allá los entendidos, acá los que intentamos entender. Jazz de Miles Davis y D. Gillespie con matices de porros y fandangos – por ahí se escucho algo de Pablito Flores y el toro Negro - el homenaje a Batata muy personal, no me pareció trascendente.

Considero que en este espacio al aire libre no todos los grupos funcionan. Creo que hay grupos que necesitan cierta intimidad y un contacto más directo con el público para desarrollar su propuesta. Eso fue lo que aconteció con Ricardo Gallo y su cuarteto (Nueva York) que paso sin ton ni son.

EL CIERRE. El domingo fue el cierre. Sonaba la Escuela Distrital de Música. Aun no he podido entender a que juegan, si a lo folk, lo crossover, a lo latin; ojala alguien nos ilustre.

LOS GRUPOS. R. Carcases muy teatral por más que nos lo quieran vender como el que más. Se han gastado discursos alabando las bondades de este, de Bobby Matos, de Gallo el pianista barranquillero que no llenaron las expectativas y los que las colmaron con creces solo su sonoridad basto.

De Buena Vista Social Club poco que decir, añorando la voz y malicia de Ibrahim y el piano de Gonzales. El cantante que presentaron - Carlos Colunga - con ganas mas de sobresalir sobretodos que participar con el grupo. Regular.

Y llego Van-Van. Llego el songo y todos bailaron. Bailaron por los acordes o por la carreta de los presentadores que animaban al baile y era mañe no haber bailado con Van-Van así nunca los hubiéramos oído ni soportado sus extensas interpretaciones. Formell parece que a veces supiera como empezar pero nunca como acabar y esa sonoridad, muy diferente a la que estamos acostumbrado los que tenemos que mamarnos los programitas de nuestra radio cuando viajamos en bus, hace que después de cinco discos todo suene igual.

PERO…

Y aquí los pero que no van dirigidos a la Gente de Nueva Música sino a los contratados de la amplificación.

Todos los años pasa lo mismo y todos los años pasara lo mismo. Superdemorados para instalar micrófonos y cuadrar sonidos y no vengan con la excusa que ese es el tiempo que se tarda pues en otras ciudades este cambio se hace en tiempo record. Acá se mama mucho gallo para que la facilidad o rapidez no influya en el valor del contrato. Como hacen los nuevos ejecutivos, enredan el funcionamiento de la empresa para justificar su sueldo.

Imagen022 Otra cosa que no entendí fue la ghetturizacion de los espacios. Como el laberinto de Dédalo fue armada la Plaza de la Paz. Había brazaletes, pases y otras vainas para acceder a cada espacio como si jugáramos a una golosa gigante. Muchos fuimos excluidos no de esos espacios sino, como en los años anteriores, de sentimos en comunidad sin barreras de ninguna especie.

Digan a los manes de los contratos que no encimen de todo, que a cada uno le tocara su parte.

Imagen023

3 Comentarios:

Tormentas dijo...

...
(sin embargo Miles Davis siempre fue un ecléctico, no veo la disonancia...)

Aretino dijo...

Yo la vi y lo comente por eso
(cito)Interesante, aunque a mi parecer hubo algunas entradas que chocaban pero luego me manifestaron que la idea es esa, separar un bloque musical de otro y que no pareciera continuo. Bueno, allá los entendidos, acá los que intentamos entender.

Anónimo dijo...

No coincido con lo de Ricardo Gallo. De hecho, yo también pensé que serúa muy difícil al aire libre para una propuesta tan íntima y caótica, pero para mí tengo que funcionó, y muy bien, además. Gallo hace, por cierto, lo que casi nadie acá en la costa (¿o en el Caribe?) se atreve a hacer: hacer música sin pedirle permiso a nadie.