El ANTIBACAN

18 agosto 2007


Esta columna fue escrita por nuestro cronista Diego Marin C. en el periódico El Heraldo y en vista que últimamente se esta hablando de bacanes, chabacanes y el cógela suave, la publicamos para enriquecer el debate.

Yo conozco a varios antibacanes y tú?
© DIEGO MARÍN CONTRERAS
Tomada de El Heraldo

Ya todos sabemos lo que es un bacán. El personaje pertenece, por derecho propio, a lo mejor de nuestras tradiciones culturales. Suma de gracia y encanto, de frescura e irreverencia, de humor y lucidez a toda prueba, el bacán ha sido cantado, exaltado, loado y...olvidado. Su lugar, por desgracia, ha venido a ocuparlo un nuevo espécimen de torva apariencia, pasado oscuro, modales de “traqueto”, educación de reptil, ética de usurero y rapacidad de buitre: el antibacán.

El antibacán es lo contrario de un bacán. Si este último se caracterizaba por la sonrisa incondicional y la carcajada gratuita, su antítesis es un tipo de rictus amargo, cara de pocos amigos y lenguaje procaz, cuyas articulaciones lingüísticas están más emparentadas con el gruñido que con la palabra.

Yo conozco a varios antibacanes y tú?
© DIEGO MARÍN CONTRERAS
Tomada de El Heraldo

Ya todos sabemos lo que es un bacán. El personaje pertenece, por derecho propio, a lo mejor de nuestras tradiciones culturales. Suma de gracia y encanto, de frescura e irreverencia, de humor y lucidez a toda prueba, el bacán ha sido cantado, exaltado, loado y...olvidado. Su lugar, por desgracia, ha venido a ocuparlo un nuevo espécimen de torva apariencia, pasado oscuro, modales de “traqueto”, educación de reptil, ética de usurero y rapacidad de buitre: el antibacán.

El antibacán es lo contrario de un bacán. Si este último se caracterizaba por la sonrisa incondicional y la carcajada gratuita, su antítesis es un tipo de rictus amargo, cara de pocos amigos y lenguaje procaz, cuyas articulaciones lingüísticas están más emparentadas con el gruñido que con la palabra.

Si el bacán había encontrado, mejor que los filósofos más sesudos de la historia, la respuesta para todos los interrogantes de la vida, mediante el sapientísmo procedimiento de ignorarlos por completo, con una actitud mágica que lo hacía levitar sobre los problemas, el antibacán es un individuo estresado, que se desayuna con una sobredosis de angustia, almuerza conflictos en su salsa y no tiene tiempo para nada que no sea su ilusa pretensión de parecer importante frente al cosmos. En otras palabras: es un pobre bobo que se toma en serio a sí mismo.

Todos conocemos al antibacán, nos tropezamos con él cada día. Es el sujeto de gafas oscuras que maneja un vehículo aplastante, convencido de que él es una especie de Terminator de la vida cotidiana, cuya mayor “gentileza” consiste en lanzarse a toda marcha cuando ve que por la calle atraviesa una anciana o un grupo de niños indefensos, porque hay una deficiencia evolutiva tanto en el corazón como en la mente del antibacán.

Fruto de quién sabe qué tipo de descomposición social, que se relaciona, como todos sabemos, con la erosión moral que el narcotráfico trajo a nuestra harto vulnerable sociedad colombiana, y cuya conducta reptiliana encuentra eco y aprobación en la música horrenda, los espantosos programas de televisión, la radio cada día más corroncha y, en general, la burda y mediocre “cultura” de nuestra época, que todo lo prostituye y lo envilece, el rostro del antibacán es una máscara que asusta, es la identidad del que no tiene ninguna identidad.

Y así pasea el personaje por nuestras calles, con su careta de nada aunque no sean carnavales, pues ha descubierto una colectividad que no se atreve a señalar sus desmanes, sino que los aplaude y celebra complaciente, porque sabe que no tiene la autoridad moral para condenarlo. Todos somos responsables de que el antibacán haya prosperado, de que ya esté inserto en el seno mismo de nuestra comunidad, y, lo que es más grave, de que cada uno de nosotros haya interiorizado actitudes que le son propias.

Toda esa prisa esnobista que exhibe alguna gente ocupadísima en ocultar que no está haciendo nada, ese estrés importado que algunos creen de buen tono ostentar para la galería y esa histérica, esquizoide y casi autista conjugación de celular, manos libres, beeper, portátil y agenda electrónica con que otros disimulan su virtual incapacidad para comunicarse, ¿qué son sino antibacanería de la peor estirpe?

Pero tampoco seamos demagógicos: hay antibacanes en todas las clases sociales. Es tan antibacán el chofer de taxi que pretende cobrar el doble de lo que cuesta una carrera normal con el argumento falaz de que son navidades, carnavales, semana santa “como si las calles se alargaran en estas temporadas”, como el presuntuoso personaje importante que no saluda cuando llega a un lugar público porque tiene un miedo horrible de perder un pedacito de su importancia.

Tampoco se puede discriminar por géneros. Es tan antibacán el hombre que habla mal de las mujeres como la mujer que habla mal de los hombres. Y parece que ya el asunto se va aclarando; el antibacán no es este ni el otro: puede ser cualquiera. Se trata, en últimas, de un estado del alma.

Con bacanes se puede concertar, construir, dialogar y crear cada día de la vida como si fuera una obra de arte; con antibacanes no hay nada qué hacer, salvo quizá, si uno está de humor ese día, sonreír y sentir un poco de lástima, no mucha, porque también ese es un sentimiento de antibacanes.

3 Comentarios:

Anónimo dijo...

La palabra bacanería es un sinónimo de barranquillero, nadie en el mundo tiene las características de una persona orienda de esa hermosa tierra, son personas capaces de ayudar a su propio enemigo si está en sus manos y robarle una sonrisa al mismo diablo sólo abrir su boca para expresarse. De un bacán se puede esperar cualquier cosa buena y eso si: nunca espere que un baca le diga si stá en us manos ayudarle.

Breyner Jimenez Noya dijo...

Genial! no esperaba menos de Herr Marin Contreras

Anónimo dijo...

Me gustó mucho, gracias!